fotografía de tapa de "Las Revolucionarias. Militancia, vida cotidiana y afectividad en los setenta”

Reseña del libro Las Revolucionarias

Militancia, vida cotidiana y afectividad en los setenta” (2015) de Alejandra Oberti

por Lautaro Javier Foppiano  Lautaro Javier Foppiano

Estado de la cuestión

La obra de Alejandra Oberti que aquí se reseña, Las Revolucionarias. Militancia, vida cotidiana y afectividad en los setenta (2015), hunde sus raíces en el entrecruzamiento de dos campos de estudio que en los últimos años han ganado una significativa relevancia en el contexto de la producción historiográfica nacional: nos referimos a la historia reciente y a la historia de género.

Si bien podemos remontar hacia las primeras décadas del siglo XX los orígenes de las reflexiones que atienden a la relación entre memoria colectiva e historia -cuando, promediando los años veinte, autores como Halbwachs y Bloch inauguran las indagaciones historiográficas sobre dicho tópico-, es posible afirmar que hacia mediados de los años setenta –y como fruto de transformaciones que en su mayoría excedieron el ámbito y las inquietudes del mundo académico-, la memoria se convirtió tanto en Europa como en Estados Unidos en un problema historiográfico (Cattaruzza, 2012). Problema que resultará particularmente relevante –aunque no en forma exclusiva, desde luego- para el abordaje de un pasado más estrictamente cercano a nosotros que lo que la expresión “historia contemporánea” denota, en el marco de la denominada historia reciente, cuyo desarrollo se cristalizó hacia fines de los años setenta con la formación de una de las más emblemáticas instituciones del área: el Instituto de Historia del Tiempo Presente en Francia (1978).

Focalizando la perspectiva del historiador en el estudio de la memoria colectiva, los trabajos de este centro de estudio contribuyeron a consolidar los fundamentos teóricos y metodológicos a partir de los cuales construir -desde el campo historiográfico- una representación del pasado que supone la contemporaneidad del historiador y su objeto de estudio. La historia como disciplina científica llegaba tarde, sin embargo, a convalidar internamente el carácter científico de un objeto y una fuente que habían servido a otras disciplinas de las ciencias sociales -y a espacios ajenos al ámbito académico como, por ejemplo, el cine o el periodismo- a construir influyentes representaciones del pasado reciente.

Desfasada en relación con la producción europea, caracterizada como la indagación de una memoria social viva de un pasado inmediato capaz de ser evocado por el testimonio de sujetos sociales coetáneos (Águila, 2012), la historia reciente vinculada con los años setenta –aquí se sitúa la obra de Oberti- ha recorrido en Argentina un camino que la condujo hacia su actual auge, expresado no solo en el considerable incremento de las investigaciones publicadas, sino también de los crecientes espacios institucionales de debate e investigación que se dedican al tema. En efecto, tras una primera etapa en que los testimonios referidos al pasado reciente configuraron un conjunto de relatos en los que primaba la denuncia de los delitos de lesa humanidad perpetrados por la última dictadura cívico-militar, hacia mediados de la década de 1990 se desplegaron una serie de trabajos que señalan el ingreso de la temática de la militancia revolucionaria de los años sesenta y setenta al campo historiográfico. Signada por líneas de investigación centradas en la temática de la violencia política, la producción de este período se cristalizó en relatos que –reivindicando al militante revolucionario- recaían en interpretaciones idealizadas y poco fructíferas a la hora de dar cuenta de la complejidad del proceso histórico estudiado. Fue aproximadamente a partir del año 2000, en el marco de las mesas sobre memoria e historia1, y tras la inauguración de las Jornadas de Trabajo sobre Historia Reciente2, que un número nada desdeñable de jóvenes investigadores multiplicaron los estudios e incorporaron nuevas temáticas y enfoques, dando lugar a una mirada capaz de problematizar la fijeza de algunas representaciones canónicas (académicas y extra-académicas), toda vez que era capaz de dar cuenta de una multiplicidad de registros de memoria. Es en este contexto que se consolidó el acercamiento a las organizaciones armadas así como a la cuestión del género3. En efecto, el “desenterramiento” de la experiencia femenina y la construcción del concepto de género representaron aportes valiosos para la reflexión historiográfica (Andújar, 2012), que a partir de los años noventa –y bajo la influencia de autoras como Butler y Scott- posibilitaron la expansión de dicha categoría analítica a los estudios sobre el cuerpo, la hegemonía y las políticas públicas (Valobra, 2005).

La aplicación de esta categoría analítica al tratamiento de las organizaciones armadas y la militancia de los años setenta, junto con el aporte testimonial propio de la historia oral, dio paso a la ulterior incorporación a dichos estudios de miradas atentas a la vida cotidiana y la sociabilidad en su sentido más amplio. Como señalaremos más adelante, son estos los elementos centrales en los que se inscribe la obra aquí analizada.

Descripción del libro

Con la intención de repensar la militancia en las organizaciones armadas en la Argentina de los años setenta, Oberti se concentrará en el estudio de la participación femenina en el marco de dichas organizaciones -fundamentalmente Montoneros y el PRT-ERP-, para comprender el modo en que esta participación contribuyó a la conformación de una subjetividad revolucionaria, en el marco de un proceso de transformación social que afectó aspectos sensibles de la vida cotidiana y las relaciones interpersonales.

El texto se propone indagar en la relación dialéctica que se produce entre una identidad de género (pensada desde una universalidad que suponía la igualdad entre varones y mujeres, o desde modelos específicos a seguir como la mujer vietnamita en el caso del ERP, o la figura icónica de Eva Perón en Montoneros) que exige una reconfiguración de las estructuras organizativas, a la vez que es modelada por dichas estructuras. Oberti muestra de qué modo, en el contexto de este proceso de mutua transformación, las diferencias de género pasaron a formar parte de los elementos que las mencionadas organizaciones pusieron en juego a la hora de pensar la construcción de una subjetividad militante que, como tal, suponía la reelaboración –atenta a la dimensión política- de las premisas básicas que guiaban la vida cotidiana y las relaciones afectivas de las mujeres que se incorporaban a la militancia. A la vez que señala las tensiones, las contradicciones y los límites que se fueron manifestando al delinear los rasgos de esa “politización de lo cotidiano” que procuraba la emergencia de ese “hombre nuevo” capaz de orientar la totalidad de los aspectos de su vida en función de los objetivos y las tareas de la militancia revolucionaria. Es que, en efecto, la naturaleza misma del objetivo revolucionario suponía repensar la relación que la sociedad burguesa establecía entre vida privada y política, y en esta reflexión las organizaciones político-militares de los setenta se plantearon abiertamente la necesidad de gestar al sujeto revolucionario a partir de la modificación no solo de las estructuras político-institucionales, sino, sobre todo, de las conciencias de los sujetos. “Convertir en política la propia subjetividad”, según escribiera León Rozitchner en un texto del año 1966, con el que Oberti señala la presencia del tópico de la subjetividad revolucionaria en la tradición de la izquierda argentina, y la imposibilidad de escindirlo de la comprensión de la práctica política.  

Ahora bien, el tipo de fuentes a los que recurre la autora en el transcurso de su investigación están signadas por una doble heterogeneidad que atiende, por un lado, a su diversa índole o naturaleza y, por el otro, a los distintos contextos de enunciación en los que se inscriben. En efecto, Oberti recurre tanto a los documentos internos y a las publicaciones de prensa de Montoneros y PRT-ERP como a testimonios de militantes de dichas organizaciones (extraídos fundamentalmente del Archivo Oral de Memoria Abierta, así como de entrevistas realizadas y publicadas por Oberti y otros autores). Atendiendo a esta diversa naturaleza de las fuentes utilizadas, y basándose en Paul Ricoeur y sus reflexiones acerca del carácter narrativo de las identidades, Oberti pone especial atención a la complejidad que supone, desde el punto de vista metodológico, la articulación de distintas temporalidades –y las repeticiones y diferencias que dicha articulación evidencia-, así como la resignificación retrospectiva de la labor militante que suponen los testimonios orales.

La incapacidad de producir un tipo de relectura del pasado como la que propone la autora considerando únicamente las producciones escritas de la época (incompletas por su carácter clandestino), resaltan el valor de los testimonios orales y confieren relevancia a la cautela metodológica con que se aborda el estudio de dichas fuentes en el presente trabajo. La dimensión subjetiva de la militancia que se propone captar la autora encuentra en el tratamiento de los relatos testimoniales su piedra angular. En efecto, en la obra de Oberti los testimonios de los militantes –toda vez que habilitan dispositivos narrativos que nos remiten a las representaciones sexuales y corporales, a la vida cotidiana o a la maternidad- constituyen una invaluable vía de acceso a las modalidades específicas en que las organizaciones político-militares concebían las relaciones entre la esfera personal y la política (en el marco de una tensión entre ambas esferas determinada en parte por un entramado cultural que tendía a escindirlas).

De esto modo, cubiertos los aspectos no contemplados en los documentos escritos, y releyéndolos a la luz del aporte de los testimonios orales, la propuesta metodológica conduce a revisitar -con nueva mirada- el corpus de materiales que las organizaciones produjeron, y operar sobre ellos una relectura a partir del género para develar el modo en que dichas organizaciones se lo representaron. Retomando en este punto las ideas de Judith Butler, la autora de Las revolucionarias sostendrá una concepción de género que la aleja tanto de las perspectivas reductivas vinculadas a los “estudios de la mujer” como de aquellas que subordinan la categoría de género a otras a las que se atribuyen mayor capacidad interpretativa y explicativa. De aquí que la propuesta de Oberti sea abordar su objeto de estudio desde el género, y no la de promover una mirada de o sobre el género, aspecto nada desdeñable si se considera la dimensión performativa del lenguaje en virtud de la cual “el poder actúa como discurso” (Oberti, 2015, p. 36). Se advierte, pues, la hipótesis que subyace al tipo de indagación propuesta en la obra, a saber: el género no constituye una identidad estática y predeterminada, sino, muy por el contrario, una identidad dinámica y culturalmente instituida. Razón por la cual la construcción de una mirada desde el género se transforma –en opinión de Oberti- en una herramienta capaz de producir fisuras en las lecturas tradicionales, discutiendo las definiciones esencialistas y dicotómicas de la relación varón-mujer y brindando al análisis la posibilidad de recuperar la dimensión histórica y relacional de su objeto de estudio.   

La obra se divide en tres partes y se encuentra precedida por una introducción que aborda gran parte de las temáticas que hasta aquí hemos desarrollado.

La primera parte, titulada “La construcción de la subjetividad revolucionaria”, consta de un único capítulo en el que la autora analiza los modos concretos en que las organizaciones armadas buscaron dar forma a las subjetividades de sus militantes, a partir de las disposiciones, recomendaciones y normas que las propias organizaciones hicieron circular por medio de sus publicaciones. Para dar cuenta de ello, se recurre en primera instancia al documento Moral y Proletarización (1972), del militante del PRT-ERP Luis Ortolani, que al abordar la problemática del género de los militantes excede su objetivo primario de regular las pautas de convivencia dentro de las casas operativas y se revela como una fuente sumamente rica para analizar el modo en que –puestos a la tarea de constituir una subjetividad revolucionaria- las organizaciones político-militares reelaboraron aspectos como los vínculos familiares y amorosos en el contexto de la acción revolucionaria. Acaso el aspecto más interesante señalado al respecto por la autora consiste en que estas modalidades de intervención sobre las relaciones personales y la vida cotidiana implicaron la subordinación de la esfera privada a la lógica impuesta por la política armada, bajo los códigos propios de una estricta disciplina militar. Disciplina que, sin embargo, pondrá de manifiesto la inextricable tensión entre las exigencias de la lucha armada y las concepciones de la vida privada con que los sujetos llegaban a la militancia, y que tornaba aún más apremiante la necesidad de intervenir en el ámbito de las subjetividades. En este sentido, la autora señala que la reelaboración de la noción de familia, por ejemplo, fue desarrollada no solo por el PRT-ERP en el documento mencionado –donde se la concibe como instrumento para la revolución-, sino también por publicaciones montoneras como el diario Noticias y el Manual de instrucciones de las militancias montoneras, en las que se piensa a la familia en el contexto de la construcción de la retaguardia urbana y bajo metáforas superadoras del modelo burgués, como aquella que la presenta como la fusión del militante con su pueblo. El análisis de Oberti enriquece en este punto la reflexión sobre el lugar que la violencia ocupó en esta conformación de subjetividades: la asimilación de las órdenes y reglamentos al modelo de instrucción militar revela que, una vez convertido el militante en combatiente, la política se transformó en guerra. Y es en este punto de la obra donde más claramente se advierte la tensión entre vida privada y esfera política que anteriormente mencionamos. En efecto, la dimensión performativa de este tipo de discursos encontrará serios límites y resistencias que serán severamente castigados por las organizaciones estudiadas. A partir del análisis de Laura Lenci de los cuerpos normativos montoneros, y de las tesis de Michel Foucault sobre el discurso judicial y la noción de justicia en el marco del tribunal popular, Oberti señalará en última instancia que la publicación de estas sanciones morales en los textos producidos por las organizaciones armadas permite confirmar el carácter conflictivo que tuvo el encuentro entre sujetos y disciplinas partidarias.         

La segunda parte de la obra se denomina “Las mujeres en la revolución” y consta de dos capítulos (el número dos del libro, dedicado al ERP, y el tercero dedicado a las organizaciones armadas peronistas) en los que la autora analiza las modalidades concretas bajo las cuales se produjo la incorporación de las mujeres a la militancia revolucionaria, por medio de un minucioso análisis de los documentos con que las organizaciones político-militares las convocaron. Consecuente con aquella propuesta de constituir una mirada desde el género, la propuesta de Oberti se revela particularmente efectiva a la hora de descubrir las tensiones propias del proceso estudiado, que se manifiestan aquí en las contradicciones que suscita en las organizaciones la incorporación de la mujer a las tareas de la militancia revolucionaria. Contradicción que alcanza, incluso, a los discursos desde los cuales se las convocó originalmente, los cuales oscilaron entre las visiones tradicionalistas que reposaban en la consideración de atributos naturalmente asociados a la esencia femenina (atributos esenciales que debían ser puestos al servicio de la revolución), y otras más innovadoras capaces de cuestionar las formas de representación que la sociedad y las propias organizaciones tenían en relación con el lugar que la mujer debía ocupar en ellas. En efecto, algunas convocatorias del PRT-ERP resaltan –a la luz del modelo de las revolucionarias vietnamitas y cubanas- la capacidad de la mujer para influir positivamente en la familia e impulsar a los hombres a la acción revolucionaria. Pero el valor de este tipo de fuentes no reside tanto en la información concreta que nos brindan, sino en la posibilidad de inferir de ella que la incorporación de las mujeres a las mencionadas organizaciones las obligó a problematizar aquel hombre nuevo neutro y masculino con el que hasta ahora habían pensado la subjetividad revolucionaria, aunque muchas veces estas reelaboraciones no se hayan cristalizado con marcada fuerza en las publicaciones.

La tercera y última parte, “Memorias de la militancia”, se compone a su vez de dos capítulos precedidos por una meritoria introducción en la que, brevemente, se da cuenta del recorrido de las producciones de historia reciente vinculados a la militancia de los años setenta, al mismo tiempo que se reflexiona sobre el modo en que los relatos testimoniales (que ordenan y organizan la memoria, a la vez que resignifican la experiencia vivida) permiten captar la complejidad y las implicancias que el compromiso con la causa revolucionaria supuso para las mujeres que abrazaron la militancia. Basada en dichos relatos testimoniales, esta tercera parte de la obra los presenta congregados en dos grupos: aquellos que remiten a la organización de la vida cotidiana (capítulo cuatro) y los que se vinculan al discurso de la violencia (capítulo cinco). El mérito de ambos capítulos radica en la capacidad de la autora para hilvanar reflexivamente los distintos testimonios de forma tal que la constitución de la subjetividad revolucionaria hasta aquí analizada alcanza un amplio abanico de acciones y cualidades que –en virtud de los sucesivos niveles de lectura que aporta cada relato- permite superar dicotomías como “mujer-guerrillera”. Las dificultades con que se enfrentan aquellas mujeres que buscan construir un relato coherente –dotado de sentido- del modo en que articularon su militancia con otras dimensiones de su vida cotidiana, como la familiar y la laboral, vuelven a poner de relieve la tensión propia del intento de conjugar lo político y lo privado, lo público y lo doméstico.

Consideraciones finales

En líneas generales, la obra hasta aquí reseñada supone un valioso aporte a la comprensión de la militancia en los años setenta, y el modo en que esta exigió reformulaciones que afectaron los más diversos aspectos de la vida cotidiana de los militantes en general y de las revolucionarias en particular. A su vez, resulta sumamente positiva la complejización del análisis que supone el hecho de no conferir a esa acción subjetivante un carácter únicamente unidireccional.

La obra de Oberti nos brinda una renovada lectura de la militancia en los años setenta, y del modo en que esta se relacionó con la vida cotidiana y la afectividad en el marco de las organizaciones político-militares que propiciaron en Argentina una praxis revolucionaria.

Uno de los aportes más valiosos de la obra radica en la posibilidad que ofrece de ahondar tanto en la reflexión epistemológica de la relación entre memoria e historia como en la metodológica vinculada al tratamiento de los testimonios como fuentes para producir interpretaciones más complejas y articuladas sobre la historia reciente. Más allá del carácter aún no saldado de estas cuestiones, el conjunto de la obra confirma que el resultado global de la producción historiográfica en que se enmarca no es en modo alguno desdeñable: de un testimonio que giraba en torno del binomio héroe-víctima, enunciado desde voces masculinas, investigaciones como la de Oberti señalan un salto cualitativo en materia interpretativa y revelan la capacidad explicativa que un acercamiento desde el género puede brindar, a los efectos de alumbrar las tensiones propias de una experiencia histórica que por su particular complejidad rehúye las caracterizaciones demasiado rígidas y juicios taxativos.

Por otra parte, el alumbramiento de las tensiones entre el discurso con que las organizaciones intentan modelar las subjetividades y las resistencias que cotidianamente ejercen los militantes, nos conduce a señalar la necesidad de profundizar la reflexión sobre los límites del carácter performativo del lenguaje –más allá de lo desarrollado en la presente obra-, como elemento central para comprender la naturaleza misma de las tensiones señaladas.    

Por último, más allá de los reparos y precauciones que despierta en el campo historiográfico el recurso de la historia oral, y de los límites temáticos y documentales demarcados por la autora     –que dejan fuera del análisis un amplio espectro de la militancia de izquierda argentina-, la obra Las Revolucionarias de Alejandra Oberti viene a ratificar la importancia de los campos de estudio abarcados y a señalar posibles vías de profundización y enriquecimientopunto final_it8x12


pastilla_der Notas

[1]  Creada en julio de 1999, la Comisión Provincial por la Memoria de la Provincia de Buenos Aires ha sido una de las instituciones pioneras en la promoción de instancias de intercambio y debate entre investigadores locales y extranjeros en la materia. Cabe destacar el I Encuentro Internacional sobre construcción de la Memoria Colectiva (2000) y, en colaboración con la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Palta, el Primer Coloquio “Historia y Memoria: Perspectivas para el abordaje del pasado reciente” (2002).

[2] Organizadas en 2003 por el Centro de Estudios de Historia Obrera de la Universidad Nacional de Rosario.

[3]  Señala Andrea Andújar (2012) que, como instancia superadora de las primeras formulaciones de la denominada historia de las mujeres, la historia de género sostuvo que la comprensión de la experiencia de exclusión de la mujer.

bibliografia Referencias bibliográficas

Aguila, G. (enero-junio, 2012). La Historia Reciente en la Argentina: un balance. Historiografías: revista de historia y teoría, 3, pp. 62-76.

Andújar, A. (2012). El género de la Historia: aportes y desafíos para el estudio del pasado. En Viano, C. Miradas sobre la Historia. Buenos Aires: Prohistoria.

Cattaruzza, A. (2015). Dimensiones políticas y cuestiones historiográficas en las investigaciones históricas sobre la memoria. Recuperado de: Historiapolitica.com, http://ens9004.mza.infd.edu.ar/sitio/upload/Cattaruzza__Alejandro__Dimensiones_pol%EDticas_y_cuestiones_historiogr%E1ficas_en_las_investigaciones_sobre_la_memoria.pdf

Oberti, A. (2015). Las Revolucionarias. Buenos Aires: Edhasa.

Valobra, A. M. (Septiembre-Octubre, 2005). Algunas consideraciones acerca de la relación entre historia de las mujeres y género en Argentina. Nuevo Topo, 1, pp. 101-122.

¿Cómo citar este artículo?

Foppiano, L. J. (2016). Reseña del libro Las Revolucionarias. Militancia, vida cotidiana y afectividad en los setenta (2015) de Alejandra Oberti. Sociales y Virtuales, 3(3). Recuperado de  http://socialesyvirtuales.web.unq.edu.ar/resenas3/resena-del-libro-las-revolucionarias/

 


Oberti, Alejandra (2015). Las revolucionarias. Militancia, vida cotidiana y afectividad en los setenta, Edhasa, Buenos Aires.

 Ilustración de esta página extraída de Oberti, Alejandra (2015). Las revolucionarias. Militancia, vida cotidiana y afectividad en los setenta,  Edhasa, Buenos Aires.

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