Articulos SyV 9

El servicio doméstico, a fines del siglo XIX, en la ciudad de Buenos Aires, como espacio de articulación de desigualdades y avanzada estatal. Una reseña crítica sobre Cecilia L. Allemandi (2017) [1]

por Natalia A. Ramírez[2]  

En el presente escrito realizaré una breve reseña del libro Sirvientes, criados y nodrizas. Una historia del servicio doméstico en la ciudad de Buenos Aires (fines del siglo XIX y principios del siglo XX), de Cecilia L. Allemandi, publicado en 2017. Se trata de un trabajo desarrollado, originalmente, en el marco de la materia Problemas de Historiografía Argentina, dictado por la profesora Silvia Ratto, de la carrera de Historia, de la Universidad Nacional de Quilmes.

En su libro, la historiadora Cecilia Allemandi nos propone un recorrido histórico, cultural e institucional sobre una temática poco explorada en la historiografía argentina: el servicio doméstico. La autora observa en el sector un universo propio y cambiante, con lógicas propias en cuanto a contrataciones, retribución y sujetxs implicados, en su mayoría de sectores populares. Por otro lado, dada la relevancia del sector, Allemandi analiza el afán del Estado de proteger la capacidad de gestar y criar de las mujeres y mejorar las trayectorias de los infantes, mediante el desarrollo de diferentes estrategias, que variaron, desde crear instituciones o poner a disposición de estas agencias la tutela de infantes y mujeres. Esta investigación se enmarca dentro del campo historiográfico de la historia social, con aportes de la sociología y demografía social, con la intención de desmontar representaciones naturalizadas por la historiografía reciente (Pita, 2017).

Sirvientes, criadas y nodrizas… aborda la historia del servicio doméstico desde las instituciones y las evidencias que se pueden rastrear en la prensa y en los censos, más que en testimonios de los sujetxs. Las líneas de estudio que integra son historia de las infancias, de las familias, historia del trabajo, e introduce debates desde los estudios feministas. El libro se encuentra dividido en seis capítulos, que describen los universos temáticos que lo componen: servicio doméstico, el mercado laboral en el que está inscripto, los sujetxs que llevaron adelante este trabajo, las vías de acceso a este tipo de labor y el sistema institucional involucrado. También las diferentes estrategias e intentos de reglamentación. La autora trae a colación la lactancia asalariada y el trabajo infantil como sirvientes y criados, hace especial énfasis en cómo conviven y se vuelven difusos los límites entre la esfera privada y la pública, dado que lo laboral y lo hogareño conviven en una misma sala y cocina. En esta exposición se hacen presentes también leyes y discursos estatales que son propios de lo laboral, de lo referido a la infancia y lo maternal. Las reflexiones finales retoman las principales tesis que cada capítulo plantea e invitan a continuar explorando el universo del servicio doméstico y debatir las conceptualizaciones que siguen vigentes en el campo de las ciencias sociales y que van quedando ineficaces frente a ese tipo de experiencias. Por último, en el apartado de fuentes y bibliografía podemos encontrar las huellas de lo que fue un gran trabajo en cuanto a la construcción del estado del arte y la investigación documental.

El primer capítulo, titulado “El servicio doméstico y el mundo de las ocupaciones urbanas”, introduce a lxs lectores en las dinámicas y composición del mundo de las ocupaciones urbanas y el servicio doméstico en la ciudad de Buenos Aires a fines del siglo XIX y principios del siglo XX. El sector tenía gran relevancia en la ciudad y era, por lo general, un primer empleo para niñxs, adultos y adultos migrantes. En lo que refiere a las categorías, la más usada en los censos para registrar al servicio doméstico fue servicios personales, figura que nucleaba a todas las ocupaciones del sector: sirvientes, mucamos, amas de llave, lavanderas, planchadoras, amas de leche, cocinerxs, serenos, peinadores, mensajeros. Los censos, como fuente fidedigna de lo acontecido, proveen información en torno a cómo se conceptualizaron y categorizaron las ocupaciones. Es en las ausencias y diferencias de criterios que se puede trazar una aproximación al contexto que se intenta revelar.

En su análisis, Allemandi presenta una mirada interseccional en cuanto a la interrelación que hace de las diferentes desigualdades que marcan la vida de una persona. Sobre esta base, advierte en el mercado laboral urbano una marcada segregación y diferenciación ocupacional respecto de género, clase, ascendencia y procedencia, que hizo a la dificultad o facilidad para acceder al empleo. La autora presenta al servicio doméstico como un sector que combinó una actividad económica con la cotidianidad, con diferentes modalidades de contratación y pago (monetario o por vivienda, comida o instrucción). Alrededor del servicio doméstico, se entrelazaron políticas asistenciales, la reproducción social, los trabajadores, la crianza, la infancia y la inmigración.

En el segundo capítulo, “La composición social del servicio doméstico”, la autora hace un análisis de aquellos que compusieron el universo social del servicio doméstico, a partir de los requisitos que exponían patrones, y aquellos que se ofrecían para desarrollar estas tareas en avisos en periódicos. Lo que se extrae también de periódicos de la época son notas de opinión que referían, por ejemplo, a qué era deseable en un sirviente. En este espacio laboral, las relaciones entre patrones y empleados eran maleables. Si bien estaban cimentadas con base en las desigualdades y jerarquías, había lugar para acuerdos, negociaciones y conflictos.

La división sexual del trabajo tuvo gran relevancia en el servicio doméstico. Esta constituyó una dimensión de análisis para explorar por la autora en todo el libro. En el sector se desempeñaron varones, mujeres, niños y niñas. El análisis de este segmento del sector es dificultoso, dado que los niños y niñas (de 6 a 14 años) empleados en casas no eran calificados como trabajadores y ciertas ocupaciones no fueron reconocidas. Por otro lado, quienes nutrían el sector eran nativos (criollos, mulatos, indígenas, exesclavos y mestizos) y extranjeros, producto de las oleadas migratorias provenientes de Europa. 

El tercer capítulo, “Canales de acceso y sistemas institucionales de colocación en el servicio doméstico”, presenta las vías de acceso y colocación en el servicio doméstico a las que recurrían tanto nativos como migrantes. Frente a la relevancia del sector, el Estado avanzó en su reglamentación. Desde 1912, se presentaron proyectos de ordenanzas en la ciudad de Buenos Aires. La colocación de niños y niñas en el servicio doméstico contaba con cierta legitimidad e institucionalidad, tanto es así que quienes pretendían acceder a un sirviente podían colocar un aviso en el periódico o dirigirse a establecimientos de beneficencia pública. Este servicio estaba a cargo de la sociedad de beneficencia y la defensoría de menores. Dichos menores terminaban en estos sitios pupilos por diversas situaciones de abandono. Las prácticas de entrega y colocación de menores en el servicio doméstico fueron entendidas por fuera de la lógica mercantil; en este sentido, las defensorías de menores funcionaron como agencias laborales de colocaciones. Niños, niñas y mujeres, en algunos casos indígenas, eran distribuidos como mano de obra a muy bajo costo. Esto fue posible debido a la legitimidad que ofrecía un marco ideológico de contribución a la civilización y redención mediante la aculturación. Por fuera de un marco estrictamente legal, surgieron agencias que hacían posible las colocaciones tanto como los avisos en la prensa, las bolsas de trabajo o los contactos y arreglos. Por su parte el periódico La Prensa, fundado en 1869, contuvo en sus páginas toda clase de avisos de trabajo, ya sea como ofrecimiento o demanda. En estos avisos, se explicitaban las preferencias de ascendencia y nacionalidad, habilidad, estado civil, situación familiar, disponibilidad, sexo, modalidad de contratación y pretensión de pago.

Desde principios del siglo XIX, la asistencia de niños y niñas huérfanos o abandonados era un terreno disputado entre órdenes religiosas, la sociedad de beneficencia y funcionarios públicos. Estas entidades, sobre todo las dependencias de la sociedad de beneficencia, recibían recursos públicos para el sustento de sus asilos, colegios y hospitales. Las colocaciones efectuadas por la sociedad de beneficencia fueron registradas y formalizadas mediante un formulario de compromiso en el que se explicitaban condiciones respecto al pago a mayores de 18 años y se establecía que, a partir de los 14 años, se podría prestar conformidad en lo pactado. Con el cambio de siglo, las rispideces entre la defensoría de menores y la sociedad de beneficencia se incrementaron. El argumento que presentaba la defensoría era que los menores eran entregados indiscriminadamente con el pretexto de ser adoptados como hijos para desempeñar tareas de servidumbre. Pese a las denuncias, la sociedad de beneficencia logró la aprobación de un nuevo formulario para la colocación de menores en 1904. Sin embargo, se introdujeron una serie de requisitos para la entrega: que los solicitantes fuesen recomendados por personas honorables, y, en el caso de niños y niñas abandonados, se establecía un plazo de dos años para el reclamo de familiares. 

En el cuarto capítulo, “De tentativas reglamentarias y sirvientes organizados”, la autora traza un expediente de los intentos de reglamentación del sector, que fueron numerosos y en diferente orden. Allemandi plantea como puntapié inicial el año 1870 cuando iniciaron las presentaciones de propuestas de regularización, algunas fueron aprobadas mientras que otras no volvieron a ser consideradas. En mayo de 1875, se sancionó el reglamento para el servicio doméstico, el cual definía qué ocupaciones integraban el sector, comprendía el registro e identificación de sirvientes, la relación con los patrones, el control médico, las condiciones de servicio de menores de edad, el funcionamiento de las agencias de colocación y la creación de una oficina de servicios domésticos. Por otro lado, el reglamento establecía un trato diferencial para las amas, que, según la autora, se asemejaba al trato que recibían las prostitutas; estas debían realizarse, obligatoriamente, una revisión médico-higiénica. La reglamentación fue aprobada pero nunca pudo implementarse de manera plena dada la resistencia a la aplicación y la debilidad institucional para imponerla. La cuestión social emergente con el nuevo siglo afectó a todas las esferas y ocupaciones sociales, lo que generó huelgas y descontento frente al retraimiento del salario. De esta crisis, emergió en 1901 una asociación que intentó nuclear las necesidades y los intereses del sector: la Liga Internacional de Domésticos. Una organización sindical de cuño socialista que pretendió nuclear y organizar al compendio de ocupaciones del servicio doméstico. En 1903, la liga participó de la fundación de la unión general de trabajadores. También creció en su aparato sindical-social. Sin embargo, no tuvo una relevancia mayor en el sector. Su principal interés era contrarrestar el accionar de las agencias de colocación.

El quinto capítulo, “Detrás de escena: sirvientas y amas de leche”, abarca la experiencia de las amas de leche y sirvientas. La lactancia asalariada fue un fenómeno generalizado en la ciudad de Buenos Aires a fines del siglo XIX, que fue mermando en el primer cuarto del siglo XX. Dicha labor consistía en el cuidado y alimentación de recién nacidos hasta, aproximadamente, los tres años de edad. Esta práctica fue mermando en su popularidad en la medida en que las autoridades de la ciudad y el saber médico-higienista identificaron en las amas de leche el vector de contagios de enfermedades y causantes de la alta tasa de mortalidad infantil. Esta caracterización del problema de la mortalidad infantil estuvo acompañada, durante las primeras décadas del siglo XX, por la formulación de una nueva concepción sobre la maternidad y su importancia, entendiendo que era necesario educar para criar, es decir, crear una madre. Por ello, las autoridades sanitarias comenzaron a intervenir en pos de regular y reglar el sector, sobre todo en cuanto a garantizar que las nodrizas contratadas fuesen sanas, para que no se viera afectada la salud del menor y este se desarrollara provechosamente.

La dificultad de análisis con fuentes de este sector se desprende de su clandestinidad, dado que las amas no declaraban como tal su ocupación por la existencia de prohibiciones. La nueva reglamentación de 1910 denotó una preocupación por las infancias y el rol ejercido por sus madres, e impuso disposiciones respecto de la salud y protección de los hijos de las nodrizas y amas. Estos universos entremezclados de tareas de cuidado, trabajo asalariado y reglamentaciones municipales ponían en una situación por demás difícil a las mujeres que ejercían estas tareas. Esto tuvo como consecuencia diferentes prácticas de entrega, cesión o abandono frente a diferentes situaciones que se conjugaron en la pobreza y la imposibilidad de criar niños propios. Esto generó la desintegración del grupo familiar-doméstico como alternativa para la supervivencia, en su mayoría entendida como una medida que podía o no ser transitoria.

En el sexto capítulo, “Niños sirvientes: entre el trabajo y el refugio”, la autora presenta diferentes casos de trayectorias de niñxs sirvientes que, en mayor o menor medida, compartieron el mismo tránsito en cuanto a la situación de pobreza y su desempeño en el servicio doméstico. A fines del siglo XIX, el sector no fue identificado como problema de agenda pública tal como lo fue el trabajo de mujeres y niños en fábricas o en la vía pública. Esto se debió a la descalificación del sector y el hecho de que se consideraba como positivo que los niñxs trabajaran en casas de familia donde podían recibir instrucción moral, en oficios, alimento y vestimenta. Esta mano de obra era la predilecta por ser de muy bajo costo y por ser más dóciles. La segregación ocupacional por género se hizo presente en la población infanto-juvenil trabajadora, afectando a las niñas al rubro textil y demás ocupaciones feminizadas. Tanto niños como niñas eran entendidos como auxiliares en fábricas y talleres en las tareas que realizaban, llevaban extensas jornadas de trabajo que rondaban entre 14 y 16 horas, lo que en muchos casos generó accidentes causados por el cansancio. También se desempeñaron en comercios minoristas y, en menor medida, en prostitución. Con los avances propuestos por la preocupación por las infancias y maternidad científica, los debates parlamentarios y propuestas estatales comenzaron a dirigirse hacia el trabajo infantil y cómo este generaba el abandono escolar y comprometía “el porvenir biológico de la especie” (p. 231). 

El libro cumple con su objetivo de contribuir al conocimiento del servicio doméstico a fines del siglo XIX y principios del siglo XX en la ciudad de Buenos Aires, incluso abre preguntas y caminos de investigación en temáticas como la lactancia asalariada o la prostitución de la población infanto-juvenil. Pone en diálogo diferentes líneas de investigación, tales como historia del trabajo, la pobreza, historia de la familia e infancias, historia del Estado también. El fruto de este diálogo es un paisaje urbano en constante transformación en su superficie y en su interior, como podemos caracterizar a este sector de empleo invisibilizado en su importancia hasta ahora. La presente investigación realiza un aporte fundamental a la historia del trabajo en la medida en que el servicio doméstico plantea un terreno laboral inexplorado y relaciones laborales que mermaban entre una relación asalariada y arreglos remunerativos. Por otro lado, plantea las limitaciones que las categorías tradicionales ofrecen para entender el mundo del trabajo urbano en la ciudad de Buenos Aires a fines del siglo XIX. En este sentido, el servicio doméstico desestabiliza, hasta cierto punto, las estructuras monolíticas de la historia del trabajo y, en menor medida, del movimiento obrero.

En conclusión, el servicio doméstico devino en un espacio en el cual se relacionaron sujetos libres y menorizados jurídicamente, que ofrecían o demandaban un servicio o bien. También nucleó diferentes contextos que tenían en común la situación de pobreza, lo que llevó a estas personas a contextos de trabajos forzados, sin paga, con paga menor o intercambio de bienes por servicios. Es decir que, más allá de la extensión de la sociedad salarial y las relaciones de trabajo libre, antiguas prácticas en cuanto a lo laboral, lo social y lo doméstico perduraron. Y fueron estas prácticas antiguas las que el Estado intentó regular con el fin de darle paso al nuevo siglo y a una nación moderna. Allemandi propone seguir explorando los espacios domésticos, a sujetxs y escenarios menorizados o escasamente explorados, más allá de las dificultades en lo que refiere a las fuentes. En palabras de la autora: “Restituir a los trabajadores y trabajadoras domésticos su lugar en la historia es una tarea que apenas comienza” (p. 247).

 

icono notas Notas

[1] Reseña de Allemandi. C. (2017) Sirvientes, criados y nodrizas una historia del servicio doméstico en la ciudad de Buenos Aires (fines del siglo XIX y principios del XX). Buenos Aires: Teseo.

[2] Estudiante avanzada de la Licenciatura en Historia y del profesorado en la misma especialidad (UNQ).

 

icono notas Referencias bibliográficas

Allemandi. C. (2017). Sirvientes, criados y nodrizas una historia del servicio doméstico en la ciudad de Buenos Aires (fines del siglo XIX y principios del XX). Buenos Aires: Teseo.

Pita, V. (2017). El género de la historia del trabajo: lecturas y dilemas situados. Buenos Aires, segunda mitad del siglo XIX. En La historia argentina en perspectiva local y regional (pp. 255-270). Buenos Aires: Teseo.

 

¿Cómo citar este artículo?

Ramírez, N. (2022). El servicio doméstico, a fines del siglo XIX, en la ciudad de Buenos Aires, como espacio de articulación de desigualdades y avanzada estatal [reseña]. Sociales y Virtuales, 9(9). Recuperado de http://socialesyvirtuales.web.unq.edu.ar/el-servicio-domestico-a-fines-del-siglo-xix-en-la-ciudad-de-buenos-aires-como-espacio-de-articulacion-de-desigualdades-y-avanzada-estatal-una-resena-critica-sobre-cecilia-l-allemandi-2017/

 


Ilustración de esta página: Villano, E. (2016). El Hércules C-130J de la Royal Air Force de Gran Bretaña sobrevuela el barco Lady Elizabeth, que se encuentra abandonado en la cala de Whalebone [fotografía]. Serie Malvinas.

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