¿Final o comienzo?

 por Fernando Culell1  Fernando Culell

No recuerdo con certeza qué derivas de mi navegación por la web me llevaron hacia fines de 2013 al sitio de la Universidad Virtual de Quilmes, donde tomé conocimiento por primera vez de esta modalidad de la Universidad Nacional de Quilmes. Recorriendo sus páginas descubrí que con las materias que tenía aprobadas en la carrera de Letras, que había cursado allá por los años agitados del cambio de milenio en la Universidad Nacional de Rosario, podía inscribirme en la Licenciatura en Ciencias Sociales y Humanidades para finalizar mis estudios de grado a distancia. Además, descubrí que los contenidos del plan de estudio me interesaban punto por punto, sin excepciones. Comencé a pensar en hacerlo.

Aunque me encontraba ya alejado del ámbito académico y viviendo a 80 km de Rosario, en mi pueblo natal, siempre mantenía en mente la idea de algún día completar los estudios que había dejado inconclusos. Tenía hasta ese momento un prejuicio muy negativo sobre la educación a distancia; prejuicio que, en verdad, ocultaba un profundo desconocimiento sobre esa realidad. Aún así, la propuesta me resultaba convincente y representaba una gran oportunidad, quizá la única forma posible de retomar mis estudios. Y si bien no continuaría con la misma carrera, lo haría con una que en estos tiempos me interesaba aún más, ya que mis preferencias de lectura se habían ido desplazando poco a poco desde la literatura hacia las ciencias, o habían regresado a ellas, en realidad. Decidí inscribirme. Hoy considero que esa decisión está entre las más acertadas que he tomado.

Cursar en la modalidad virtual de la Universidad Nacional de Quilmes superó, por lejos, todas mis expectativas. La excelente calidad académica y humana de sus docentes, la acertada y actualizada bibliografía que se maneja en las materias, la predisposición y el acompañamiento constante de los tutores y del personal administrativo, la organización presente en cada detalle del funcionamiento de la modalidad, todo contribuyó a lograr un ambiente educativo motivador. La fluidez y la calidez de la comunicación en el campus virtual me sorprendieron. La distancia se volvió cercanía. También comprendí la enorme potencialidad de la educación superior en entornos virtuales y conocí el gran trabajo desarrollado por la universidad en este sentido. Constantemente me pregunto por qué no supe de esto antes. Por eso mismo, cada vez que tengo oportunidad doy a conocer las características de esta modalidad, su calidad y las posibilidades de formación que brinda.

Es verdad, como muchos señalan, que esta forma de estudiar requiere de un considerable aporte de autodisciplina y organización por parte del estudiante. Pero no creo que sea una tarea solitaria. Siempre me sentí acompañado y apoyado; del lado de acá de la pantalla, por mi familia; del lado de allá, por la comunidad universitaria. El hecho de mantenerme al tanto de las novedades y de las actividades de la universidad me fue conectando cada vez más. Participé de varias de estas actividades de manera virtual. A la vez, fui tomando conciencia de que era parte de la institución. Fueron dos años y medio de mucho estudio, tiempo de esfuerzos y satisfacciones. También, noches de poco sueño porque se acercaban las mesas de finales o las entregas de trabajos prácticos. Recuerdo haber escrito más de medio trabajo práctico a mano, alumbrado por un farol de emergencia, una noche de tormenta que se había cortado la luz, porque al día siguiente vencía el plazo para entregarlo. También, la alegría de salir de un examen final en Rosario o en la nueva sede de Colón sabiendo que me había ido bien.

Algo que no puedo dejar de mencionar, porque me parece de suma importancia, es el continuo incentivo por parte de la universidad a la investigación y a la producción académica. Uno de los mecanismos dispuestos en ese sentido es precisamente esta revista, donde alumnos y graduados tenemos la oportunidad de publicar —como ya lo he hecho yo en otro momento— los textos surgidos de nuestros estudios. En este aspecto, el contacto con los profesores, sus sugerencias y su guía, es algo invalorable. Siempre me han resultado de gran ayuda las respuestas esclarecedoras que, en cada ocasión, los docentes han brindado a mis dudas, las correcciones y comentarios sobre mis textos, la participación y el intercambio en los foros de las materias.

Este foco puesto en la investigación es algo que me atrajo desde el comienzo de la carrera. La investigación era una actividad que siempre me había interesado. Algo que nunca hubiera imaginado era que a partir de mi experiencia en la modalidad virtual iba a interesarme también la actividad docente; sobre todo, la actividad docente en entornos virtuales. Conjugando ambos intereses —uno antiguo, el otro reciente—decidí presentarme el año pasado como estudiante avanzado en la convocatoria a Becas de Formación en Docencia e Investigación del Departamento de Ciencias Sociales de la universidad. En esa ocasión, no estuve entre los primeros en el orden de mérito por lo que quedé afuera. Pero este año me presenté nuevamente, ya como graduado, y esta vez sí, ¡obtuve la beca! Ahora me encuentro como becario, bajo la dirección de Ana Aymá y la codirección de Sara Pérez, comenzando la práctica de la investigación y la docencia, esto último bajo la guía también de Federico Gobato. Al mismo tiempo, ya estoy con la vista puesta en los estudios de posgrado. Esto me hace pensar que lo que en un principio era mi meta —graduarme, concluir algo que había quedado trunco—, hoy quizá deba considerarlo mejor como el inicio de otro insospechado camino por recorrerpunto final_it8x12


pastilla_der Notas

[1 Es licenciado en Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad Nacional de Quilmes, modalidad a distancia. Recientemente, ha obtenido una beca de formación en docencia e investigación del Departamento de Ciencias Sociales de la universidad.

 

 

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