Abrazos y algo más

(De)construcción de los estereotipos de género desde las prácticas de producción en Cronistas Barriales

 por María Eugenia Dichano  

Resumen

A lo largo de este artículo se pretende dar cuenta de cómo se construyen y reproducen los estereotipos de género desde la niñez tomando como ejemplo la experiencia del taller de Nuevas Tecnologías y Comunicación dictado en La Casa de los Niños de Bernal oeste, que se viene desarrollando desde principios del ciclo lectivo 2017 y tiene una duración anual. En este espacio se trabajan temáticas relacionadas con la violencia de género, las adicciones, la trata de personas y la discriminación, entre otras problemáticas sociales atravesadas por las nuevas tecnologías. Cabe señalar que el taller se enmarca dentro del proyecto de extensión Cronistas Barriales1 de la Universidad Nacional de Quilmes.

Palabras clave: estereotipos de género, construcción, violencia de género.

 

Los estereotipos de género son construidos desde la niñez y responden a los roles asignados en los marcos sociales de cada cultura. Si buscamos la definición de estereotipo en el diccionario de la Real Academia Española encontramos que la acción de estereotipar corresponde a “fijar mediante su repetición frecuente un gusto, un frase, una formula artística, etc.”. Entiendo que esta acción aplicada al marco social simplifica la organización y categorización de las persona.

Ya desde los primeros años de vida podemos observar cómo se construyen estos estereotipos en función y a semejanza del sistema machista en el que vivimos.  Como afirma Marta Lamas (1998) esta construcción responde a la simbolización de la diferencia de género, lógica intrínseca del  patriarcado.

Acerca de este último concepto, Mónica Tarducci y Marcela Zelarallán (2016) sostienen que “en la actualidad el concepto patriarcado designa un sistema social donde a ese poder lo ejercen los hombres como grupo, tanto en la estructura familiar como en el mundo público” (p. 22).

En el marco del taller de Nuevas Tecnologías y Comunicación dictado en La Casa de los Niños de Bernal oeste, y con el fin de lograr una producción atravesada por la perspectiva de género para el proyecto de extensión Cronistas Barriales, trabajamos sobre la construcción de estos estereotipos en lxs ninxs que asisten a este espacio con el propósito de abordar, también, la violencia de género.

Del taller participan chicxs de seis a diecisiete años que se encuentran en proceso de construcción identitaria. Pensar cómo ven o imaginan su futuro nos permite comprender mejor su presente. Es por este motivo que en los primeros encuentros les propusimos  hacer un ejercicio: contarnos sus intereses en el presente y qué profesiones deseaban tener el futuro. Es allí donde comenzaron a notarse y se pusieron en juego las diferencias entre cómo se consolida el estereotipo “femenino” y el “masculino”.

La mayoría de los varones indicó “jugador de futbol” como su futura profesión. Además, todos los intereses expresados en su presente se relacionaban con cuestiones lúdicas, ya sea porque hacían mención a sus destrezas y habilidades como jugadores de algún deporte o bien tecnológicas.

En cambio en el caso de las niñas el abanico fue más amplio, pero su gran mayoría señaló profesiones relacionadas con el cuidado hacia el otro. Maestras, médicas, veterinarias, profesoras de educación física, policías y amas de casa fueron las opciones elegidas.

Los intereses que ellas demostraron, a diferencia de los varones, se vinculaban con un anhelo de verse/sentirse “lindas”, ya que señalaron “hacer peinados”, “sacarse fotos” y “bailar” como las actividades elegidas a la hora de divertirse.

Como afirma Ivonne Szasz (1996) en la construcción de los estereotipos de género la mujer es concebida como lo irracional, abarcando así las emociones, la sexualidad y la naturaleza. Dos son las posibles funciones que puede tener este cuerpo femenino estereotipado: reproductiva o erótica. Todo esto implica que pasan a ser “cosificadas”, objeto de deseo sexual masculino.

El deseo de las niñas del taller por verse “lindas” se le puede atribuir a cómo construyen su propia imagen en relación con los cánones de belleza promulgados, principalmente, por los medios masivos de comunicación.

Los varones más chicos (de seis a once años) también señalaron “policía” o “gendarme” como futura profesión, pero no dejaban de hacer mención a los elementos que querían utilizar en esa actividad e indicaban: “usar una nueve”, “una treintaiocho”, “una escopeta”, haciendo alusión al uso de la violencia y la fuerza que se dispone en la ocupación.

Esto se relaciona con la consolidación de un modelo de masculinidad hegemónica (Michel Kaufman, 1999), que construye hombres que se apropian del uso de la violencia para reforzar su  imagen viril y, a su vez, produce sujetos libres que se establecen a sí mismos como “dueños de su propia vida”, usando la fuerza y la agresión como medio clave para resolver todas las disputas y diferencias que se le presenten.

Como vimos, los varones eligieron “futbol” y “jugar a la pelota” como actividades deportivas que les divierten. En cambio en el caso de las mujeres que señalaron un deporte como pasatiempo no mencionaron el futbol, sino que todas eligieron hándbol. No así lo varones que sí, en algunos casos, señalaron hándbol como posible actividad de interés.

No es en vano aclarar esta distinción entre “futbol” y “jugar a la pelota” que, tal vez, pueden resultarnos sinónimos, pero no lo son. Los que eligieron “futbol” son aquellos que señalaron “jugador profesional” como posible profesión. En cambio los que indicaron “jugar a la pelota” como actividad que les divierte eligieron otra ocupación para su futuro. Puede deberse a que los primeros asocian el deporte con un fin productivo ya al mencionarlo y los segundos no dejen de verlo con un fin vinculado al ocio.

En esta distinción entre nenes y nenas también se nota la “masculinización” en el ámbito deportivo señalando al futbol como un deporte de hombres en el que no participan las mujeres o son meras observadoras.

Por otro lado, pudimos notar una diferencia en las elecciones de los varones mayores de quince años. Allí apareció un gran interés por aprender y desarrollar actividades productivas a lo largo del taller.  Muchos de ellos señalaron que les gustaría saber cómo “reparar una PC” o “poder armar un CV” como sus principales preocupaciones o intereses.

Esa elección no es innata, sino que es consecuencia (también) de la sociedad patriarcal que deposita en el hombre el trabajo productivo y la responsabilidad de ser él quien produce.

Si bien se nota el cambio de paradigma en el hecho de que la mujer gana espacio público al insertarse en el mercado laboral, las profesiones elegidas por las niñas no dejan de vincularse con el cuidado, los afectos y la familia.

Como afirma País Andrade (2016) entendemos que la construcción de la identidad es continua y consecuente a un proceso histórico y cultural determinado. Se va forjando en relación con el espacio en el que se encuentra el sujeto.

Que la construcción identitaria sea un proceso continuo nos permite pensar que es posible que la forma de reconocerse se modifique y también, de esa manera, los estereotipos que cada unx lleva consigo. Esto depende exclusivamente de cómo se vinculen lxs niños y niñas con las representaciones sociales y qué herramientas tengan para poder establecer un juicio crítico y, así, decodificarlas.

En este sentido, como cuentan las autoras Negrete, Mercedes de Isla e Irene de Isla (2016) es muy importante el rol que tienen las instituciones socializadoras y civilizadoras. La escuela, por ejemplo, puede ser la encargada de facilitar herramientas y, así, ayudar a derribar estos estereotipos que reproducen verdades incuestionadas y son los responsables de las manifestaciones de las relaciones de poder históricamente desiguales entre hombres y mujeres.

Como afirma la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer (1994), para lograr que existan sujetos autónomos y críticos es necesario pensar una “educación libre de patrones estereotipados de comportamientos y prácticas sociales y culturales basadas en conceptos de inferioridad o subordinación”.  Deconstruir estos patrones y revolucionar el sistema resignificándolos es una tarea difícil pero muy necesaria frente al avance del capitalismo y, junto con él, del patriarcadopunto final_it8x12


pastilla_der Notas

[1 Cronistas Barriales nació en 2012 y forma parte del programa “Comunicación, Participación y Ciudadanía” de la Universidad Nacional de Quilmes. Su principal objetivo es capacitar a jóvenes de distintos barrios de la región para producir noticias televisivas y generar una conciencia crítica sobre la producción informativa y el rol que la información juega en la sociedad. En este sentido, el proyecto apunta a democratizar la palabra y producir su propia agenda, contar lo que pasa en los barrios desde los ojos de sus protagonistas; y, de ese modo, contribuir a transformar la comunicación.

 

 

bibliografia Referencias bibliográficas

Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer (1994). Convención de Belen Do Para. Recuperado de: http://www.oas.org/juridico/spanish/tratados/a-61.html

Kaufman, M. (1999). Las siete P´s de la violencia de los hombres. Documentación de apoyo: Fundación Mujeres.

Lamas, M.  (1998) La violencia del sexismo. El mundo de la violencia. Universidad Nacional Autónoma de México. Mexico: Fondo de Cultura Económica

Negrete, V., de Isla, M., de Isla, I. (2016) Historiando el concepto de infancia. En Marchan C. y Fink, N. (comp.), Ni una menos. Desde los primeros años. Educación en géneros para infancias más libres. Buenos Aires: Chirimbote.

País Andrade, M. (2016) Prácticas culturales y género. El juego y el juguete como estrategias cotidianas para la equidad. En Marchan, C. y Fink, N. (comp.), Ni una menos. Desde los primeros años. Educacion en Géneros para infancias más libres. Buenos Aires: Chirimbote.

Szasz, I. (1996). Sexualidad masculina, el deseo escindido. Recuperado de: http://www.europrofem.org/contri/2_05_es/es-sex/24es_sex.htm

Tarducci, M. y Zalarallán, M. (2016) Nuevas historias: géneros, convenciones e instituciones. En Marchan C. y Fink, N. (comp.), Ni una menos. Desde los primeros años. Educación en géneros para infancias más libres. Buenos Aires: Chirimbote.

 

¿Cómo citar este artículo?

Dichano, M.E. (2017). (De)construcción de los estereotipos de género desde las prácticas de producción en Cronistas Barriales. Sociales y Virtuales, 4(4). Recuperado de <http://socialesyvirtuales.web.unq.edu.ar/deconstruccion-de-los-estereotipos-de-genero/>


Ilustración de esta página: Ortiz, Carolina (2016). Abrazo y algo más (fragmento). https://www.facebook.com/CaroOrtiz1970/

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