por Natalia Quintero
No dejé Madrid para olvidarte
porque si me olvido de ti,
como me aconsejas,
temo quedarme vacío.
Pedro Almodóvar
Buenos Aires, junio de 1982
Querido Pablo:
Te escribo estas líneas casi con desesperación, con la duda enorme de si tu ausencia será eterna o si es cuestión de días nuestro reencuentro. Ni siquiera sé a qué dirección podría mandar esta carta ni si alguna vez llegará a tus manos, pero la escribo por nosotros. Pablo, mi amor, ¿dónde estás?
Esta tarde, en la radio, un periodista dijo que ya no quedan soldados argentinos en Malvinas, solo los muertos; pero nadie nos confirma dónde están los que dejaron las islas ni los nombres de los que allá serán enterrados. Porque… ¿van a ser enterrados, no, Pablo? Dios, ni nombre tendrán sus lápidas.
¿Dónde estás, mi amor? Me lo pregunto a cada momento y me carcome la duda. ¿Dormís en la estepa o soñás en la pampa? ¿Y los demás? ¿Dónde están los demás que se fueron?
Ayer me crucé con Don Víctor, mi vecino, ¿lo recordás? Bueno, no sé de dónde lo sacó, pero él dice que los soldados están acá y que los tienen escondidos, que son una amenaza y que los desprecian. ¿Es verdad? ¿Pero cómo podrían tratarlos de esa forma? Pagarles así cuando fueron los protagonistas de esta guerra horrorosa. Todavía me cuesta creer que te fuiste con dieciocho años y ni el arma sabías usar, y te mandaste igual por toda esa perorata que nos metió la de Historia sobre la soberanía y por tus ansias de defender lo nuestro. Yo nunca pude ser tan valiente ni inteligente como vos y quizás, como me decías, no entendía tus razones. Pero ¿qué querías demostrarte, Pablo? Todavía me lo pregunto… ¿Que eras un hombre?
Don Víctor también me contó que al hermano de Pachi lo mandaron a la casa hace tiempo porque perdió las dos piernas, había tenido que esconderse en un pozo que en el fondo estaba lleno de agua helada. Encima parece que quedó medio tocado porque ese día vio morir a varios compañeros, les tiraron una bomba desde un avión o algo así. Yo todavía no lo fui a ver, no tuve la fuerza de mirarlo a la cara ni sé si alguna vez la tendré. A veces me asusta imaginar que tampoco me voy a animar a ver tus ojos otra vez.
Ah, me olvidaba, Pachi dice que su hermano le contó que las donaciones que se les mandaban a los soldados nunca les llegaron, pero como está en esas condiciones, nadie toma en serio sus palabras. Yo no sé qué pensar. ¿Pueden estos tipos pavonearse sin más por la cadena nacional, mentirnos en la cara con que la guerra era un éxito y, a la vez, que todo este horror sea verdad? ¿Pueden ser tan cínicos estos que están en el poder?
Pablo, acá las cosas están mal, el país está prendido fuego y yo sin vos no sé qué hacer. Me gustaría saber si seguís pensando en mí, si me seguís queriendo, si sigue en pie lo que nos prometimos… Ayer fui de nuevo a tu casa. Le dije a tu mamá que vos tenías unos cuadernos míos, si me dejaba pasar a tu habitación a buscarlos. Me vio abrazando tu almohada llorando. Creo que sospecha algo, aunque no me dijo nada. Pablo, te necesito tanto. Como cuando éramos chicos, ¿te acordás? Pero siento que no tengo el derecho de pedirte nada y me avergüenza mi egoísmo.
En mi casa hay un ambiente rarísimo. ¿Sabías que mi abuela era inglesa? La mamá de mi papá. La trajeron de allá cuando todavía era una nena. En mi familia siempre se sintieron orgullosos de tener esa sangre, pero ahora hay un silencio que lastima los oídos. Cada vez que aparece algo en la televisión, papá directamente la apaga. Pobre, lo entiendo. Tendrá un conflicto interno o vaya uno a saber.
Pablo… ¿vos todavía me querés? Yo te amo como el primer día y la posibilidad de perderte, de perdernos en esta guerra me abrió los ojos. Quiero que vivamos nuestra verdad, esa de la que siento que fuiste a escapar a 2000 km de acá. No quiero que nos escondamos más y me niego a seguir firmando nuestras cartas como una tal Laura que no soy. Sé que es peligroso y que en esta dictadura a las personas como nosotros nos quieren muertas o encerradas, pero no estamos haciendo nada malo y nadie debería juzgarnos. ¿O acaso vos crees que sí?
Cada minuto anhelo tu regreso.
Te admira y te ama por siempre,
Luis
¿Cómo citar este artículo?
Quintero, N. (2022). Pablo… ¿dónde estás? Sociales y Virtuales, 9(9). Recuperado de http://socialesyvirtuales.web.unq.edu.ar/pablo-donde-estas/
Ilustración de esta página: Penhos, M. (2022). Lo que no llegó [acrílico sobre tela]. En Programa de Cultura de la Secretaría de Extensión Universitaria de la Universidad Nacional de Quilmes y Sociales y Virtuales, convocatoria artística “Malvinas, 40 años después”. Bernal: UNQ.
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