Portret van René Descartes

Aportes modernos al problema del conocimiento: puntos de ruptura y de encuentro

por Yanina Cobos  Yanina Cobos

Resumen

El racionalismo y el empirismo se concibieron como paradigmas opuestos a la hora de entender el problema del conocimiento y fueron revolucionarios en su época. El primero se basó en la razón como fuente del conocimiento y desconfiaba de los sentidos; además, postuló ideas innatas, un yo infinito, la existencia de Dios como ente explicativo del mundo, y el método matemático para obtener certezas. El segundo se basó en la experiencia y confiaba en el aporte de los sentidos; en efecto, postulaba que todas las percepciones partían de allí (idea de que el hombre nace como tábula rasa), por lo que negaba las ideas innatas; se basó en la física y en la metodología de las ciencias naturales.

Si bien los aportes de los pensadores como René Descartes y David Hume representan un legado fundamental, tal dicotomía ya no existe para entender hoy el problema del conocimiento.

En el presente trabajo recuperaremos los principales aportes de ambos paradigmas para ponerlos en discusión, analizar cuáles fueron sus puntos débiles y retomar la autonomía del ser humano como una de sus principales aristas para propugnar su vigencia en la compleja realidad actual.

Palabras clave: conocimiento, racionalismo, empirismo, libertad.

Uno de los grandes temas-problemas de la filosofía es la forma en que conocemos. En este escrito abordaremos esta cuestión desde la perspectiva de dos de las grandes posturas filosóficas de la modernidad: el racionalismo y el empirismo.

Con el inicio de la era moderna cambia la forma de concebir el problema del conocimiento, se produce un giro epistemológico que pone al ser humano en el centro de la escena, alejándose de la concepción aristotélica y de la escolástica que subordinaban todo a la fe o al mundo exterior.

Apelando a la construcción de una nueva física mecanicista, atendiendo a los aportes de Copérnico y Galileo, aunque centrándose en principios metafísicos para explicar las leyes naturales, Descartes produce una revolución en su momento, de gran influencia en la posterior historia de la filosofía. Referente del racionalismo, se centra en el hombre como sujeto del conocimiento y halla sus fundamentos en la razón. Esta última, desde su perspectiva, era la única fuente del genuino conocimiento, por lo cual se podía prescindir de los sentidos. Encuentra el ejemplo en las operaciones matemáticas. Propone, así, un conocimiento a priori.

En contraposición, los empiristas sostienen que la fuente del genuino conocimiento deviene de la sensibilidad, administradora de la información proveniente de los sentidos. Esta forma de conocimiento es a posteriori, procede de la experiencia.

Ambos paradigmas sobre la forma de conocer fueron tomados por muchos de sus seguidores como doctrinas antagónicas. Sin embargo, pretendemos aclarar aquí que tanto el empirismo como el racionalismo han nutrido la forma en la que hoy concebimos el mundo y entendemos nuestra relación con él.

Descartes (1641) pretendía hallar verdades ciertas. Para él, solo lo evidente y manifiesto puede ser verdadero. Propone, entonces, la duda como método: dudar de todo lo que se cree, de lo que viene de los sentidos, del yo, de las matemáticas. Pero como duda, descubre una certeza: que piensa, y por tanto, que existe. Allí detiene su duda y aparece el sujeto pensante como primer objeto de conocimiento. Según él, nadie podría engañarlo de esta certeza (de la que deduce el resto). Lo evidente, por lo tanto, estaría en las ideas, en las representaciones del sujeto, no en las cosas externas. Pero, entonces, ¿cómo se explica el mundo externo? Es aquí donde el autor recurre a la idea de Dios. Argumenta su existencia por el solo hecho de que en el sujeto está la idea de perfección y, al ser el hombre imperfecto, solo Dios puede haber introducido en su mente tal idea. Así, como Dios es perfecto, no engaña, y de esto deduce las leyes físicas.

Puede objetarse en este punto que Descartes es infiel a su revolución, ya que retoma los fundamentos medievales al basarse en Dios como verdad indudable y explicación última del mundo externo; aunque recurre a esta idea desde la razón. Entonces, cabe preguntarle a Descartes: ¿nuestras ideas de la realidad solo son creación del yo o de Dios?

Newton es quien da el golpe definitivo a la filosofía aristotélica, deduciendo leyes desde las mediciones cuantitativas; es esta metodología basada en la experiencia la que tomará David Hume, basándose en los aportes de Locke.

Según Hume (1748) la filosofía debía basarse en el método de las ciencias naturales. Pretendía construír una filosofía moral, buscando sus leyes en dicha metodología. Referente de la crítica al racionalismo, le objetó a esta corriente la deducción de los principios de la física de la metafísica, cuando toda fundamentación provenía para Hume de la empiria. Creía, como Descartes, que los objetos percibidos son contenidos mentales, no los objetos en sí mismos, pero todos estos contenidos mentales provienen de la experiencia. Estas percepciones se dividen en impresiones e ideas, según se refieran al sentir, lo más vívido y pronto a la experiencia; o al pensar, lo más débil. Postula para esas ideas leyes básicas de semejanza, contigüidad y causalidad. Critica al conocimiento a priori en tanto solo arroja información sobre la asociación entre ideas, siendo para él insuficiente, ya que para conocer son fundamentales las cuestiones de hecho. Para conocer propone buscar siempre la impresión que corresponde a la idea, cuestión que si no se logra, tal idea no tiene validez científica.

Hume (1748) cuestiona también otros postulados del racionalismo. Sostiene que las inferencias causales no se justifican a priori ni a posteriori, sino que es la costumbre la que las justifica. Critica la idea de sustancia captada por el entendimiento más allá de sus modificaciones, innata, para el racionalismo; según Hume, las impresiones que tenemos son de los cambios de la sustancia, nuestra imaginación basada en el hábito es lo que simula la continuidad de la cosa. Tiempo y espacio, causa y efecto, sustancia, nociones en las que la ciencia se ha basado, para Hume son solo creencias. Su escepticismo y su fundamento último en el hábito conllevarían un límite explicativo al problema del conocimiento. Valdría preguntarle a Hume: si el mundo se nos impone y el ser humano solo percibe, ¿somos meros expectadores pasivos de nuestra realidad?  ¿Dónde queda la herencia cultural si solo podemos conocer aquello que hayamos experimentado?

Hoy parecería irrisorio el planteo de que el mundo existe solo porque yo lo pienso o el planteo de que somos tábulas rasas con ínfima incidencia en el mundo que nos circunda. Ya Kant produjo un primer acercamiento entre las posiciones que aquí revisamos. Pero estos filósofos, desde su contexto histórico, pensaron su época dejando su huella indeleble hasta nuestros días.

El problema del conocimiento es un problema cotidiano, nos relacionamos con el mundo y conocemos a diario, estando seguros hoy de que no podemos dejar de lado ni a la razón ni a la experiencia a la hora de conocer. Adherir dogmáticamente a una u otra forma de conocer el mundo iría en contra de la actitud filosófica. Reflexionar sobre el problema del conocimiento o sobre cualquier otro problema asumiendo una actitud crítica y contemplando diversos puntos de vista, nos permite desnaturalizar lo que aparece como “dado”, hacernos nuevas preguntas, buscar nuevas respuestas.

Más allá de las críticas, Descartes y Hume, al tomar al hombre como punto de partida, promovieron la autonomía del ser humano y, por tanto, su liberación de los viejos dogmas. Ese es uno de los grandes aportes de estos pensadores y un legado que debemos mantener vivo en esta actualidad signada por la violencia invisible de poderes hegemónicos que pretenden estereotipar nuestro pensamientopunto final_it8x12


bibliografia Referencias bibliográficas

Descartes, R. (1641). Meditaciones metafísicas en Obras escogidas. Buenos Aires: Charcas.

Hume, D. (1748). Investigación sobre el conocimiento humano. Madrid: Alianza.

¿Cómo citar este artículo?

Cobos, Y. (2016). Aportes modernos al problema del conocimiento: puntos de ruptura y de encuentro. Sociales y Virtuales, 3(3). Recuperado de  http://socialesyvirtuales.web.unq.edu.ar/dossier/dossier-filosofia/aportes-modernos-al-problema-del-conocimiento-puntos-de-ruptura-y-de-encuentro/

 


Portret van René Descartes

 Ilustración de esta página: Hals, F. (1649-1700). Portret van René Descartes (frag.). Disponible en:  es.wikipedia.org/

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