El COVID-19 y el poder de la palabra

por Noemí M. Girbal-Blacha [1]

En tiempos de cuarentena impuesta por la pandemia del COVID-19, el contacto físico ya no es posible, al menos sin riesgo de vida. En un contexto excepcional se necesitan certidumbres y como instrumento capaz de generalas la palabra adquiere un particular significado. El lenguaje –muchas veces denostado y devaluado– nos recuerda su fuerza esencial de identidad social. No importa cuál sea el soporte. Importa reconocer “el poder de la palabra” y de su uso para generar tanto consensos como tensiones.

Si el cerebro es hoy “una razón de Estado” para los ámbitos culturales y políticos, no toda la transferencia de conocimientos puede limitarse a los circuitos cerebrales y la neurociencia, porque dichos circuitos “son herramientas que nos ayudarán a entender a la humanidad, no nuestra humanidad misma” (The Guardian)[2]. En tiempos de la “sociedad global de la información” y “la economía basada en el conocimiento”, el sentido social del saber de la mano del lenguaje asume un papel central, ante la necesidad de establecer un “nuevo contrato social entre la ciencia y la sociedad”[3]. El poder político debe –a su vez– ser el garante de esa relación que implica a la sociedad en su conjunto. Para lograrlo la palabra es el instrumento central del discurso, de su mensaje y especialmente de sus argumentos para legitimarlo. El poder simbólico se construye a partir de las palabras; es un poder que consagra y revela hechos que no son sólo conocidos sino reconocidos como tales[4].

La pandemia ha puesto en el núcleo del escenario internacional, no sólo que el desarrollo no es suficiente para combatir este flagelo, sino que las decisiones asumidas desde el poder político son cruciales. Es entonces cuando la palabra asume un papel primordial, porque “la economía del conocimiento” abre también “un dilema entre dos objetivos” que pueden resultar incompatibles: “garantizar el uso social del conocimiento, que es fuente de riqueza y desarrollo individual y social, o incentivar y proteger a los productores privados del conocimiento”[5]. Para zanjar parte de este dilema existe el ejercicio del poder legítimo derivado de la deliberación que hace uso esencial de la palabra y sus atributos, cuando la llamada “sociedad de la información” es parte sustantiva de la inclusión social. No hay transferencia posible sin difusión. En tal sentido las palabras son portadoras de saber y de poder; si acordamos que “el conocimiento es un bien en sí mismo: más es siempre mejor”[6]. El saber tiene autoridad para legitimar la acción política de carácter público y aun para desactivar el conflicto social. El Comité de Expertos integrado por sanitaristas que asesora hoy al Ejecutivo Nacional muestra uno de esos perfiles del saber, pero también habrá una pospandemia, cuando la palabra seguirá siendo imprescindible. De ahí la importancia de sumar en el ámbito de la toma de decisiones, el conocimiento producido por quienes desde las Ciencias Sociales y las Humanidades hacemos de la palabra la materia prima para generar conocimiento con proyección y alcance social, para achicar las distancias entre la práctica y el ideal al cual se aspira; es decir,  para generar certezas y desplegar una cultura ciudadana responsable que eduque para vivir en un ambiente –sin duda– diferente que la humanidad deberá asumir y gestionarpunto final_it8x12


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[1]  Noemí M. Girbal-Blacha es profesora y doctora en Historia, por la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata. Profesora Emérita de la UNQ. Investigadora Superior Emérita del CONICET. Miembro del Centro de Estudios de la Argentina Rural (CEAR), el cual dirigió en el período 2010-2016. Se especializa en Historia Agraria Argentina del siglo XX. Es autora de 19 libros y más de un centenar de artículos publicados en revistas nacionales y extranjeras de reconocido nivel científico.

[2] Ñ. Revista de Cultura. Buenos Aires, Clarín, sábado 2 de agosto de 2014, p. 11.

[3] Isabel LICHA, “Investigación científica y desarrollo social en América Latina”, en  Jesús SEBASTIAN (compilador), Claves del desarrollo científico y tecnológico de América Latina,  Madrid, Siglo XXI, 2007, pp. 149-183.

[4] Hannah ARENDT, La vida del espíritu, Buenos Aires, Paidós, 2002.

[5] Patricia GASCON MURO, “La economía del conocimiento o la reinvención del capitalismo”, en Veredas. Revista del pensamiento sociológico 17, año 9, segundo semestre de 2008, México, Universidad Autónoma Metropolitana.Unidad Xochimilco, p. 7.

[6] John SULSTON y Georgina FERRY, El hilo común de la humanidad. Una historia sobre la ciencia, la política, la ética y el genoma humano, Madrid, Siglo XX Editores, 2003, p. 261.

 

¿Cómo citar este artículo?

Girbal-Blacha, N. M. (2020). El COVID-19 y el poder de la palabra. Sociales y Virtuales, 7(7). Recuperado de http://socialesyvirtuales.web.unq.edu.ar/el-covid-19-y-el-poder-de-la-palabra


Ilustración de esta página: Damario, M. (2020). También hoy. [Técnica mixta]. En Sociales y Virtuales y Programa de Cultura (Coords.), exposición artística #YoMeQuedoEnCasa. Bernal: Universidad Nacional de Quilmes.

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