por Iris María Manzo[2]
Resumen
En los últimos diez años hemos visto un incremento notable de la población de Esquel. Crecimiento que, en parte, responde al atractivo de un paisaje patagónico idílico, desconociendo los ritmos socioambientales de esos territorios. La demanda del suelo urbano es cada vez mayor, lo que genera una expansión urbana que no contempla un manejo ambiental que disminuya la propensión potencial a incendios de interfaz urbana. Es como si no hubiese memoria territorial de las transiciones y dinámicas que constituyen el área de bosque que hoy conocemos como naturales. Por otra parte, estas áreas de bosque están atravesadas por los impactos recientes de la variabilidad climática regional, fragilidad ambiental combinada con la constante presión del uso urbano como turístico.
El presente trabajo tiene como objetivo principal ponderar, en el territorio, la potencialidad de recurrencia del riesgo a incendio de interfase en los barrios Villa Ayelén y Ceferino Namuncurá, de la localidad de Esquel. Para ello, es necesario generar una medición estimativa de este riesgo, el que resulta apremiante en un contexto de cambio climático. Así, surgieron las siguientes preguntas: ¿realmente tenemos riesgo de incendio en Esquel? Actualmente, ¿cuál es el grado de ese riesgo y cómo impacta socialmente? Para buscar algún tipo de respuestas, se dividió el trabajo en tres partes. En la primera, se aborda el crecimiento urbano de la ciudad de Esquel en los últimos diez años y su plan de ordenación territorial. En la segunda, se caracterizan territorialmente las áreas de estudio seleccionadas, especificando su origen y su adaptación particular. Y, finalmente, en la tercera, se presentan los resultados con una cartografía síntesis con la estimación del riesgo de incendios en los barrios analizados.
Palabras clave: Esquel, incendios forestales, crecimiento urbano, ordenación territorial, riesgo.
Esquel: ¿entre la espada y la pared ante la expansión urbana?
Esquel es una ciudad que ha incrementado su población en los últimos años. Por un lado, esto se debe a la venta del paisaje patagónico como principal atractivo para el nuevo inversor (Bondel, 2008). Cada vez más, el mercado va por más parcelas, antes marginales, hoy puestas en valor por la demanda inmobiliaria, lo que da como respuesta la ocupación de nuevas tierras. Y, por otro lado, también se debe a la necesidad de la expansión de la población local que, por el costo del suelo, busca otras opciones por fuera de la trama urbana consolidada. De este proceso expansivo, surgen las siguientes incógnitas: ¿la ciudad está realmente preparada para esta expansión urbana? y ¿la ordenación territorial (OT) de la localidad ha tenido una visión prospectiva para anteponerse a los posibles riesgos que hoy asume la población en zonas recientemente urbanizadas?
En principio, la interfaz rural-urbano, entendida como áreas urbanizadas que quedan entremezcladas con vegetación, y, por lo tanto, son zonas expuestas a un riesgo de incendio alto (Ivandic, 2008), ha comprometido a los ciudadanos debido a la expansión de Esquel. A la vez que constituye un foco de riesgo a los recientes eventos de incendios forestales. De allí que se plantea como análisis el proceso de construcción social del riesgo de incendio de interfaz.
La heterogeneidad en la normativa territorial nacional y provincial como de la ausencia de una reglamentación incurre en la manera en que se diseñan las planificaciones. Proyectos que recaen en las escalas departamentales o municipales sin poder tener un marco estructural y técnico. Esto repercute en una desarmonía en el espacio, sin objetivos claros a seguir en las regiones (Massiris, 2002). Asimismo, es difícil que problemáticas como el riesgo de incendios de interfaz, independientemente de su frecuencia e importancia en la región patagónica, sean incluidas en la planificación territorial a causa de que la OT en América Latina ha subordinado la dimensión ambiental a un último nivel de análisis territorial (Massiris, 2002). Esquel no ha sido ajena a este contexto y no ha sabido responder con antelación a las demandas de la población, su conformación y expansión no estuvo pensada para el riesgo de incendio de interfaz. Paralelamente, existe una especulación inmobiliaria que tiende a incrementar este riesgo, sumado a una cultura que carece de herramientas que tiendan a la prevención de riesgo. El turismo cumple un papel crítico porque no se fomenta un turismo ambientalmente responsable, sino más bien se genera el escenario de un turismo desinformado. Para finalizar, el actual Código de Planeamiento Urbano (CPU) no considera el riesgo de incendio ni tiene un enfoque ambiental que permita comprender la complejidad del proceso de la construcción social del riesgo en el territorio. Sin embargo, a raíz de la demanda de nuevos y viejos vecinos por la eminente preocupación de los eventos recientes, y ante un incremento de riesgo de incendio, se consideró en el año 2020 incorporar el problema ambiental del riesgo como uno de los principales aspectos para la actualización del CPU.
Esquel es una ciudad que se encuentra situada en un valle de origen glaciar, rodeada por plantaciones forestales de especies exóticas, principalmente del género Pinus. Su particular geomorfología de montaña hace de límite a la expansión urbana. Uno de los motivos no es solo lo abrupto del paisaje, sino que en las zonas más próximas a la montaña existe un incremento en el riesgo de deslizamientos, derrumbes e inundaciones (Martínez, 2016), y, más recientemente, de incendios, ya sea por la presencia de vegetación nativa o introducida muy próxima, o dentro del área, de los asentamientos urbanos recientes. Si bien las plantaciones forestales que bordean el valle colaboran en sostener el suelo y disminuir la erosión, estas acciones tienen, en la actualidad, otro efecto no pensado. Es decir, esas plantaciones que cumplían una finalidad ambiental al mismo tiempo aumentan la exposición de la población ante el riesgo de incendios de interfase, dados los recientes cambios en las temperaturas, los cambios de prácticas rurales, la presión urbana y turística. Entonces, de acuerdo con estas características físicas, podemos decir que toda la ciudad contiene un riesgo de incendio potencial y construido socialmente (Ciámpoli, 2011). En este estudio interesa conocer cuánto varía y cuál es su ponderación en los territorios seleccionados.
Como se explicó en un comienzo, la planificación urbana de Esquel no ha considerado el riesgo de incendio de interfaz sino hasta el 2020 y eso ha configurado un espacio urbano vulnerable y segregado socialmente. En la ciudad se diferencian zonas con riesgo de incendio, aunque con diferentes recursos económicos y culturales de respuesta diferenciada que les permite a algunos vecinos implementar o no medidas de prevención
y mitigación. Las zonas más expuestas a este tipo de peligrosidad, en parte por desconocimiento como también por las precarias condiciones habitacionales y hacinamiento, no fueron espontáneas en su localización, donde la ordenación del territorio no estuvo al nivel de este tipo de mutaciones territoriales y ambientales. Esta situación evidencia, por un lado, la ausencia de lo público en lo que respecta a una planificación adecuada, y, por otro, la falta de cobertura de los servicios básicos necesarios para una vivienda digna y segura.
Villa Ayelén y Ceferino Namuncurá: paisajes en disputa
Los barrios seleccionados para el estudio están sujetos a un alto riesgo de incendios como toda la ciudad en cuestión. Estos comprenden características habitacionales, económicas e históricas muy diferentes, por lo que amerita explicar brevemente sus diferencias.
El barrio Villa Ayelén cuenta con 396 habitantes y presenta una conformación urbana más contemporánea que Ceferino Namuncurá, que hoy alcanza a unos 1923 habitantes. El origen de Villa Ayelén está vinculado a una oleada migratoria del año 2000 en que estos vecinos provenientes, en su mayoría, de Buenos Aires compraron tierras en búsqueda de paisajes más naturales, mayor tranquilidad y también una mejor calidad de vida. El barrio se conformó en las afueras de la ciudad, con los recursos económicos suficientes como para sobreponerse, en parte, a ciertos riesgos y también demandar al Estado una mayor participación ante problemáticas considerados por ellos como prioritarias. Según la zonificación establecida por el CPU, es un área residencial 3 denominada Jardín, con terrenos de ~700 m2, dispuestos en forma de damero, lo que demuestra la existencia de una planificación urbana, aunque no se previó el proceso del riesgo de incendio.
En cambio, el barrio Ceferino Namuncurá no presenta una planificación espacial definida, es un área mixta 1, según el CPU, que surgió por la relocalización de población originaria producto de la expulsión de la comunidad Nahuelpán durante el “desalojo de 1937” (Fiori, 2016). Así, el barrio Ceferino Namuncurá se constituyó como un espacio de exclusión donde la comunidad originaria debió convivir con la segregación e indiferencia de la sociedad esquelense y continúa siendo una zona sin planificación urbana, con una cultura arraigada, que obliga a una constante usurpación de tierras. Resulta de gran relevancia conocer cómo áreas urbanas con realidades socioeconómicas y de planeamiento tan contradictorios hacen frente a una misma problemática, el riesgo de incendio. Tener real conocimiento de la situación que enfrentan estas áreas, permitirá implementar medidas de acción pertinentes a cada caso que contribuyan a la protección de la población ante situaciones de diferentes tipos de riesgo.
En el siguiente mapa (imagen 1) podremos observar ambos barrios: Villa Ayelén, en un círculo negro que permite visualizar la existencia de una planificación urbana, y, en círculo rojo, el barrio Ceferino Namuncurá, en el que se observa la conformación irregular de la población producto del asentamiento espontáneo que incrementa el riesgo de incendio a causa del hacinamiento y la dificultad de acceso ante una ignición.
La expansión de la ciudad se emplazó en una zona de riesgo de incendio de interfaz donde viejos vecinos y nuevos vecinos atraviesan la misma problemática, el mismo riesgo con mayor o menor intensidad, aunque la diferencial territorial está planteada por las medidas de mitigación que cada uno de forma particular puede emplear.
¿De qué riesgo hablamos? Una aproximación metodológica
Para realizar una estimación del riesgo en ambos barrios, se realizaron mapas de síntesis a partir de la información obtenida mediante observación asistida en aeronave no tripulada y el trabajo posteriormente con el software open source Quantum GIS (QGIS Development Team, 2018). Las variables consideradas para este estudio fueron cuantitativas continuas como la pendiente y el ancho de las calles, y cuantitativas ordinales como el grado de infraestructura y grado de vegetación. Dentro de la variable de infraestructura, la operacionalización se basó en evaluar las viviendas con techo de material combustible, la ocupación del lote y el acceso a servicios tales como cableado eléctrico y agua. Mientras que, como variable cuantitativa ordinal del grado de vegetación, se consideró el porcentaje de leña apilada o material combustible cerca de los hogares y de viviendas con árboles próximos a su hogar. De acuerdo con las variables utilizadas, el puntaje máximo de riesgo que puede ser obtenido por hogar es de 84.
La selección de las unidades muestrales de cada barrio fue no aleatoria y teórica. Esta se basó teniendo en cuenta aspectos de la población, de la vegetación y de la pendiente, a fin de obtener como resultado una representación más fiel de la diversidad que presenta cada barrio estudiado. Entonces, se seleccionaron las muestras en cada uno de los barrios de estudio que, en sumatoria, son representativas del paisaje habitacional.
El relevamiento en el terreno reveló que la zonificación municipal establecida para el barrio Ceferino Namuncurá no se respeta. Existen varias viviendas en una misma parcela, viviendas que ocupan más de una parcela, e incluso viviendas que se sitúan en los corredores para las calles proyectadas. Toda esta trama socioterritorial genera una mayor vulnerabilidad para los hogares, producto del hacinamiento, y por la dificultad del acceso a sus viviendas. Por ejemplo, esta actual trama no permite la accesibilidad del personal de bomberos ante un eventual incendio. Asimismo, la unidad muestral de la zona más alta del barrio aún no cuenta con ningún tipo de intervención por el ente estatal para su urbanización, no existe un plan de zonificación y las viviendas están totalmente desprovistas de cualquier tipo de servicio, lo que aumenta notablemente su exposición al peligro de incendio.
La variable que más se diferenció entre los barrios analizados fue la pendiente, incrementándose notoriamente en el barrio Ceferino; seguido por el acceso a servicios de agua, cableado eléctrico seguro y el tipo de material constructivo de las viviendas como la limpieza de los techos.
En cuanto a la cobertura vegetal por parcela, esta variable fue mucho mayor en el barrio Villa Ayelén que en el Ceferino, y a su vez se vio incrementada por la presencia de cercos vivos (ver imágenes 2 y 3). Es sumamente importante destacar que los cercos vivos, en estos contextos de riesgo, son extremadamente peligrosos, ya que es un material sumamente combustible.
Los datos de las unidades muestrales del barrio Villa Ayelén arrojaron como resultado un riesgo de incendio moderado/alto, que va de los rangos promedio de 28 a 34,27, aunque de manera individual algunas viviendas de la unidad muestral 2 mostraron un índice de peligro muy alto (ver imágenes 4, 5 y 6).
En cuanto al barrio Ceferino Namuncurá, se obtuvo un valor medio que va desde los 27,78 a los 48,5, constituyendo un riesgo alto/extremo (ver imágenes 7, 8 y 9). La unidad muestral del barrio Ceferino Namuncurá que obtuvo hogares con un índice de mayor peligrosidad fue la muestra ubicada en la zona media, producto de que es una zona con bastante cobertura vegetal y existencia de viviendas en condiciones muy precarias. La unidad muestral 3 también presenta un riesgo muy alto, ya que es la última usurpación realizada en el barrio y que, si bien cuenta con poca cobertura vegetal, los lotes están muy próximos a la plantación forestal del cerro La Cruz, con un alto grado de pendiente y viviendas en condiciones de extrema vulnerabilidad, desprovistas de cualquier tipo de servicios (ver imágenes 10 y 11).
A partir del análisis de las unidades muestrales, se puede decir que el barrio Ceferino Namuncurá posee una mayor vulnerabilidad y exposición al riesgo de incendio por hogar que Villa Ayelén.
Si bien el barrio Villa Ayelén posee una mayor cobertura vegetal por vivienda, el barrio Ceferino Namuncurá se ubica en las proximidades de las plantaciones forestales del cerro La Cruz y este último también cuenta con un hacinamiento muy alto por parcela. La falta de acceso a servicios por un gran número de viviendas, la existencia de callejuelas estrechas y empinadas sin vías de evacuación, el material inadecuado como revestimiento edilicio y la limpieza deficitaria de residuos en los lotes, aumentan notablemente el riesgo de incendio en el barrio Ceferino. En cambio, el barrio Villa Ayelén posee viviendas con una buena infraestructura, ya no existen prácticamente techos con tejas de madera, y las nuevas construcciones que se están realizando en el barrio Nores Martínez poseen una infraestructura pública de red eléctrica subterránea con iluminación led y las conexiones intradomiciliarias de red eléctrica también subterráneas. Características favorables que disminuyen la peligrosidad del incendio.
A modo de conclusión: el territorio con y sin memoria
La construcción social del riesgo ha sido un proceso de materialización lenta y acumulativa provocada por la expansión urbana, por la falta de visión integral del territorio urbano y rural, y por la intervención ambiental para disminuir problemáticas como los deslizamientos de tierra que afectan a la ciudad. Entonces, el riesgo de incendios es una problemática que involucra diferentes variables y actores sociales, y, para el caso particular de estudio, las diferencias en el riesgo de incendio entre el barrio Ceferino y Villa Ayelén se deben a la combinación de los aspectos socioeconómicos y físicos del tipo de visión urbana que no contempló la integralidad o el enfoque sistémico que requiere la gestión ambiental del territorio (Natenzon et al., 2000). La interfaz de la ciudad y el área rural quedó totalmente relegada a las intervenciones cortoplacista como segmentadas de diversos intereses sociales.
Respondiendo a las incógnitas planteadas en el desarrollo del trabajo, podemos decir que existe un riesgo de incendio alto en toda la ciudad de Esquel y que, sumado a esto, la ordenación territorial no ha sabido responder a las demandas inmobiliarias de la población, lo que incrementó aún más el riesgo. Por una parte, el barrio Villa Ayelén posee un riesgo de incendio moderado/alto, principalmente como consecuencia de la presencia de grandes masas de vegetación exuberante que se entremezcla con las viviendas que se diseñaron como paisaje urbano, sin comprender su peligrosidad de combustión rápida frente al fuego. Por otra parte, el barrio Ceferino Namuncurá presenta un riesgo de incendio alto/extremo como consecuencia de las condiciones edilicias precarias, el hacinamiento, la pronunciada pendiente y la cercanía con plantaciones forestales, es decir, siendo el barrio la zona inmediata a una zona de monocultivo forestal altamente vulnerable al incendio.
Todos los procesos de riesgo tienen que ver con la construcción social del riesgo como proceso territorial, pero puede entenderse en su complejidad cuando se abordan los procesos de construcción del riesgo considerando diversidad de variables y actores sociales (Carballo y Batalla, 2012). Por lo tanto, se puede afirmar que la situación general de la localidad de Esquel y su riesgo de incendio alto impacta directamente en diferentes tipos de comunidades. Varía el grado de resiliencia y prevención de sus habitantes que se refleja por las diferentes características culturales y socioeconómicas de cada barrio (Pereyra, 2017).
Es importante destacar que los resultados de este análisis parcial del área de interfase generaron una cuantificación del riesgo por vivienda que no pone tanto énfasis en la vegetación circundante, sino en las características habitacionales. Esto impacta en la valoración ambiental de Villa Ayelén por su extendida vegetación. Esta característica por sí misma desencadena una mayor posibilidad de que las igniciones que se produzcan desemboquen en incendios forestales de gran magnitud, sumado a su difícil control por el gran material combustible existente.
En cuanto al cambio climático y las estimaciones que se esperan para Patagonia, se observa y proyecta una notable predisposición para la ocurrencia de incendios forestales como consecuencia de la disminución en las precipitaciones y el aumento en las temperaturas medias (Camilloni, 2018). No obstante, a pesar de este contexto, es decir, de un panorama cada vez más cálido y árido según el SMN, los incendios en las zonas de interfaz en la localidad han disminuido, y esto se debe, en parte, a las diferentes instancias de concientización y a la implementación de herramientas de cuidado y prevención. Reacciones sociales que tuvieron lugar luego de casos de incendios de gran extensión y mucha repercusión tanto en la localidad de Esquel como su área de influencia. No obstante, las nuevas condiciones climáticas exigen no solo continuar con etapas de concientización, sino también implementar de manera urgente políticas de ordenamiento territorial ligadas a mejoras edilicias, principalmente, en aquellos barrios económicamente más vulnerables.
Por tanto, si bien es importante recordar que los incendios son procesos que a lo largo de la historia han ido ocurriendo en nuestro bosque Andino Patagónico en primavera-verano a causa de los períodos cálidos y secos, es fundamental considerar que cada vez serán más cotidianos los incendios a causa de la expansión urbana en zonas boscosas, que intervienen e incrementan el comportamiento natural del bosque con nocivas consecuencias socioambientales (Defossé et al., 2021). La intervención social y las mutaciones en el territorio hacen que eso que era natural deje de serlo (Blanco, 2007), no precisamente porque estas intervenciones generan que desaparezcan los ritmos naturales de incendios, sino, por el contrario, continúan siendo frecuentes pero ahora ocurren en un entramado urbano complejo, lo que aumenta notablemente el nivel de criticidad urbana. Por ello hablamos de territorios con y sin memoria. Con memoria es recordar los incendios producidos en otros contextos, que permiten la toma de conciencia e implementación de ciertas medidas y políticas para la atenuación del riesgo; y sin memoria es actuar como si no existieran estas condiciones ya mencionadas y construir en nuevos espacios sin tener en cuenta la producción de esos procesos, es decir, se está haciendo una intervención que genera un paisaje mixto y conduce a un territorio propicio de peligrosidad para estos incendios. “El imaginario sobre los desastres en la población vulnerable […] entiende que no es un problema resuelto y comienza a girar la atención no solo a los impactos de los eventos extremos, sino a la falta de intervención pública en la solución del problema (Carballo, 2014, p. 89).
Notas
[1] Este trabajo se enmarca en la asignatura de Metodología de la Investigación Social, dictada en el 2021 por el profesor Dr. Gastón Cirio, de la carrera de la Licenciatura en Geografía, modalidad virtual, de la Universidad Nacional de Quilmes.
[2] Prof. en Geografía ǀ Lic. en Geografía.
[3] En el Censo 2010 la población de la localidad era de 32.713 habitantes y el Municipio de Esquel estimó para el año 2020 unos 38.087 habitantes. De acuerdo con el Censo 2001, existían 28.486 habitantes, y, según el Censo de 1991, existían 23.413 habitantes (https://mapa.poblaciones.org/map/3701/#/@-43.255767,-70.782173,7z&l2001!r25286/l=12201!v2!a3!w0,0,0,0,0).
[4] “Se contempla la realización de estudios particularizados en zonas con riesgo de incendio de interfase” (Ordenanza n.° 237/2020 – Modificación CPU).
[5] Según el SMN (Servicio Meteorológico Nacional), los datos climáticos de la ciudad (entre 1961 y 2016) mostraron un aumento de la temperatura, siendo de 2°C en el verano, 1-1,6°C durante el otoño y 0,58°C durante el invierno y la primavera. Asimismo, el año 2021 se registró como el año más cálido, con una anomalía de +0,58°C (SMN, 2022).
[6] Según el Censo 2010.
[7] En los últimos años, han realizado importantes demandas a la municipalidad de la localidad en torno a una mayor planificación del riesgo de incendio, a través del presidente barrial Santiago Echenique.
[8] Asimismo, un aspecto para destacar es que “las medidas para prevenir daños por incendios en la interfase urbano rural tienen puntos en común con las aconsejadas para evitar la presencia cercana de vectores portadores del virus Hanta, pues, en esencia, ambas persiguen el objetivo de conservar libres de pastos, malezas secas y otros deshechos a los alrededores de las viviendas” (Ivandic, 2008, p. 5). Es decir que, implementando medidas para reducir el riesgo de incendio de interfase, podríamos reducir otro de los principales riesgos que afecta a la zona, como es el virus hanta.
[9] DJI phantom 4 pro, modelo de cámara FC6310, con una resolución de 5472 x 3648, distancia focal de 8.8 mm y un tamaño de pixel 2.41 x 2.41 micras. El tipo de vuelo seleccionado fue el tipo grid, resultando útil para obtener la información requerida en cada barrio.
[10] Para la misión del drone se seleccionaron configuraciones como la altura a 95 metros y el ángulo de la cámara a 90°. Este tipo de procesamiento nos permitió trabajar con el QGIS a una alta resolución espacial de 3cm a 5 cm, y, por lo tanto, se pudieron identificar claramente los detalles de cada una de las viviendas (materiales de construcción, de los techos, predios, tipo de vegetación, etc.). Se obtuvieron un número entre 230 y 250 imágenes en cada barrio, volando a una altitud media del vuelo de 134 m en el barrio villa Ayelén y 153 m en el barrio Ceferino, obteniendo como resultado una resolución en terreno de 3.34 cm/pix y 3.95 cm/pix, respectivamente, en cada barrio.
[11] Su selección fue a partir de una tabla obtenida por la Subsecretaría de Bosques y Parques, que resulta de relevancia para evaluar el riesgo de incendios por vivienda. Las variables como el material de revestimiento y factores especiales que también figuran en la tabla brindada no fueron tenidas en cuenta en la investigación.
[12] A pesar de que es un dato sumamente importante, la tabla de riesgo utilizada para cuantificar el riesgo, obtenida por el Departamento de Bosques, no lo incluye para su medición.
[13] En el barrio Ceferino se realizó un plan de mejora llamado PROMEBA que abarcó la unidad muestral 1 y solo a cinco viviendas de la unidad muestral 2 (aquellos hogares linderos con la calle Santa Fe). La confección de este plan permitió mejorar la infraestructura de las casas, los materiales de recubrimiento y proveer el acceso a servicios básicos, ya sea porque no existían o porque las instalaciones estaban por fuera de la normativa.
[14] Como el incendio a proximidades de la localidad de Esquel en el año 2020 y el incendio de la Comarca Andina en el año 2021 que acabó con muchas viviendas localizadas en la interfaz urbano-rural.
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¿Cómo citar este artículo?
Manzo, I. (2022). Territorios (sin) memoria: la construcción social del riesgo de incendio de interfaz en Esquel. Sociales y Virtuales, 9(9). Recuperado de http://socialesyvirtuales.web.unq.edu.ar/territorios-sin-memoria-la-construccion-social-del-riesgo-de-incendio-de-interfaz-en-esquel/
Ilustración de esta página: Villano, E. (2016). El Hércules C-130J de la Royal Air Force de Gran Bretaña sobrevuela el barco Lady Elizabeth, que se encuentra abandonado en la cala de Whalebone [fotografía]. Serie Malvinas.
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