Memorias de la migración rural bonaerense en clave de género: el caso de Adela Chiecchio

 por María Belén Tona[1

Resumen

A mediados del siglo xx, en la Argentina se registró una gran corriente migratoria rural-urbana. En los años sesenta, el Censo Nacional de Población mostró que, con mayor intensidad, los y las migrantes provenían del interior de la provincia de Buenos Aires con destino al Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). 

El objetivo de este artículo es enfrentar las dificultades conocidas del subregistro estadístico de las mujeres migrantes y considerar el potencial de los relatos orales (entrevistas biográficas), a través de la trayectoria de vida de Adela Chiecchio, mujer migrante oriunda de Junín, partido de la provincia de Buenos Aires.

De este modo, la reflexión metodológica que aquí se propone comprende a la historia oral como herramienta esencial para lograr una interpretación más compleja de las condiciones de vida y labor, y aborda los procesos de decisión que llevaron a muchas mujeres a dejar el campo bonaerense y dirigirse hacia el AMBA en los años sesenta y setenta.

Palabras clave: historia agraria, historia oral, migración, mujeres, ciudad.

Introducción

La complejidad que encubrió el proceso migratorio interno en nuestro país desde mediados del siglo xx se relacionó con los vaivenes del desarrollo económico nacional. Su impacto a nivel regional y local se expresó, de acuerdo a los estudios sociodemográficos, con la pérdida o el incremento de la población, es decir, situaciones que afectaron y, a su vez, transformaron la configuración social del espacio y la producción. La creciente modernización tecnológica y el nuevo modelo de desarrollo del país expulsaron población de las tareas agropecuarias.

La provincia de Buenos Aires se caracterizó, siguiendo los datos de los censos nacionales de población de 1960 y 1970 y el censo del Gran Buenos Aires y sus respectivos partidos, por ser la región que evidenció la mayor expulsión de población del interior de su territorio, migrantes que se asentaron en el AMBA.

El objetivo de este trabajo es enfrentar las dificultades conocidas del subregistro estadístico de las mujeres migrantes y considerar el potencial de los relatos orales (entrevistas biográficas), a través de la trayectoria de vida de Adela Chiecchio, mujer migrante oriunda de Junín, partido de la provincia de Buenos Aires.

Las historias de vida contribuyen a la comprensión de la vida cotidiana de estas mujeres migrantes y sus familias en el interior de la provincia de Buenos Aires. Así, por medio de estas historias, se posibilita la reflexión acerca de sus estrategias de supervivencia y los conflictos internos que estuvieron presentes a la hora de tomar decisiones vinculadas con el bienestar, su futuro, la vida y crianza de sus hijos.

De este modo, la reflexión metodológica que aquí se propone, a partir del caso de Adela Chiecchio, comprende a la historia oral como herramienta esencial para lograr una interpretación más compleja de las condiciones de vida y labor, y aborda los procesos de decisión que llevaron a muchas mujeres a dejar el campo bonaerense y dirigirse hacia el AMBA en los años sesenta y setenta.

Desde una perspectiva de género –entendida como la forma primaria de significar las relaciones de poder, que propone construcciones culturales, sistemas de ideas y conceptualizaciones del “deber ser” masculino y femenino para cada tiempo y lugar (Scott, 2003)–, se pretende examinar las razones que llevaron especialmente a muchas mujeres a dejar sus hogares en el campo y dirigirse al Gran Buenos Aires, en creciente urbanización.

Si bien entendemos que sus experiencias no pueden generalizarse, el testimonio de Adela pone voz y cuerpo al proceso migratorio interno y aporta una mirada que contempla las decisiones de los habitantes rurales en el marco de las consecuencias de las transformaciones productivas de la provincia desde mediados del siglo xx.

De acuerdo a estos planteos, el recorrido que aquí se propone se organiza en tres apartados en los que se abordan las diversas dimensiones del problema por tratar. En el primero, se indaga sobre el lugar que ocupaban las mujeres en las explotaciones familiares, es decir, en la dicotomía entre lo productivo y lo reproductivo. El segundo apartado analiza, por un lado, el proceso migratorio rural-urbano de mediados de siglo xx en la Argentina, en donde se evidencia una mayor expulsión del interior hacia el AMBA; y, por otro lado, se focaliza en las migraciones en clave de género, para lo cual se retoman diversos estudios migratorios femeninos que enuncian factores de expulsión e hipótesis con relación a este proceso demográfico. El tercer y último apartado examina el concepto de redes migratorias para analizar el rol activo de las migrantes y, a su vez, caracterizarlas como agentes respecto de la recuperación de sus memorias e historias de vida.

A partir de la trayectoria de Adela Chiecchio, mujer rural migrante, se intenta comprender los procesos de cambio y movilidad social en perspectiva de género. En consecuencia, abordar este problema desde esta perspectiva implica considerar a las migrantes desde su propia experiencia y tener en cuenta los condicionantes y las decisiones personales, familiares y productivas como parte de los procesos microsociales que incidieron en los movimientos migratorios internos.

I. Mujeres rurales: entre lo productivo y lo reproductivo

Desde la perspectiva analítica que propone Joan Scott (2003), el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias que distinguen a los sexos, así como también de una forma primaria de relaciones significantes de poder. Esta autora plantea que los sistemas de género que estructuran las relaciones sociales en cada tiempo y espacio establecen sistemas binarios en los que se opone lo masculino a lo femenino en un plano jerárquico y, por lo tanto, de subordinación. Los estudios de género (Scott, 2003; Barbieri, 2008) contribuyen a explicar la división sexual del trabajo rural en los años 1960 y 1970, como también las migraciones rural-urbanas (de Arce, 2016; Ariza, 2007; Pizzolitto, 2006).

Entonces, siguiendo los postulados de Scott (2003), entendemos que la importancia del concepto de género queda señalada por el hecho de que la visión del mundo se organiza según las diferencias biológicas en relación con la reproducción y la producción, ya que el sexo se considera como un elemento legitimador de relaciones sociales; relaciones entre los géneros en el ámbito político y económico. En suma, lo masculino y lo femenino son conceptos relacionados con las normas del orden social y del ejercicio del poder (de Arce, 2016; Scott, 2003).

En el agro bonaerense, el trabajo familiar[2] sostenía la viabilidad de la producción agropecuaria. Las mujeres y los niños eran caracterizados como mano de obra esencial y eslabones fundamentales para el desarrollo de la producción. Entonces, el lugar de las mujeres en la producción se encontraba definido tanto por aquellas representaciones sobre lo femenino y sobre la familia como una concepción de vida en el mundo rural a partir de la realización de tareas concernientes al cuidado y el cuidado extendido como, por ejemplo, cuidado de animales o de huerta, entre otros (de Arce, 2016; Stolen, 2004). 

En la misma línea, Talía Gutiérrez (2012) menciona que, desde principios del siglo xx, las políticas encaradas desde el Estado hacia las mujeres rurales estuvieron centradas en un objetivo esencial: lograr un asentamiento estable de la familia en el campo por medio de la acción sobre el sector femenino, favoreciendo la elevación de su nivel de vida, el logro de un hogar confortable y su participación en las producciones de granja para consumo familiar o comercial (Gutiérrez, 2012).

Entonces, la representación de la familia y la distribución de roles en su interior estaban informadas por criterios biológicos. Así, el marido era el responsable del sostén económico del hogar; la mujer y esposa, incapaz de hecho relativo, era la responsable de la procreación, la crianza de los hijos y el mantenimiento del hogar. El trabajo productivo era valorado como una actividad exclusivamente masculina, mientras que el trabajo femenino extradoméstico era desalentado, aunque significado como destino inevitable de aquellas mujeres cuyos cónyuges no alcanzaban a sostener el hogar con sus ingresos, o de las que no tenían otra alternativa por ser viudas, divorciadas o solteras y sin protección masculina. Estas situaciones generaron políticas de protección paternalista por parte del Estado, que se concedían a las mujeres comprendidas como seres débiles física y espiritualmente, cuya principal función era la procreación (de Arce, 2016; Scott, 2003; Stolen, 2004).

II. El estudio de las migraciones internas en clave de género

Las migraciones internas han jugado un papel fundamental en la construcción demográfica y económica del país. A mediados de siglo xx, este fenómeno estuvo acompañado de un aumento con relación a la urbanización de ciudades, especialmente de los distritos que integran el AMBA, zona que el Indec (2003) creó como una delimitación que incluye a la Ciudad de Buenos Aires y los 24 partidos[3] del Gran Buenos Aires[4].

Entendemos que la migración interna es el componente de la dinámica demográfica que más rápidamente reacciona en respuesta a las variaciones en la situación socioeconómica que se producen en un país o en determinadas áreas o regiones (Indec, 2003; Lattes y Andrada, 2012). Así, la provincia de Buenos Aires[5] se caracterizó, siguiendo los datos de los censos nacionales de población de 1960 y 1970 y el censo del Gran Buenos Aires y sus respectivos partidos, como aquella región con mayor expulsión de población del interior de su territorio con destino hacia el AMBA.

La extraordinaria dimensión del ritmo del crecimiento experimentado por el GBA constituyó el 49 % del crecimiento de la población del país (Lattes y Recchini de Lattes, 1992). Además, la vigencia de un nuevo modelo de desarrollo en el país[6] significó uno de los agravantes entre las razones del despoblamiento rural y se manifestó a través de una nueva transformación del modelo de explotación agropecuario (Lattes y Andrada, 2012).

Con relación al crecimiento de grandes ciudades como Buenos Aires, cabe destacar que, además, debemos revisar las características de los sujetos que se involucraron en la migración como, por ejemplo, las de género, edad, familia, trabajo, etcétera (Cassanello, 2016).

Los datos censales[7] evidencian que la Argentina fue uno de los países que, para la década de 1960, se caracterizó por la predominancia femenina en la migración rural-urbana (Recchini de Lattes, 1988). El proceso migratorio femenino se caracterizó por el cambio del rol de las mujeres en sus áreas de origen, es decir, como parte del aparato de trabajo intensivo familiar y trabajo doméstico y de cuidados (Pizzolitto 2006).

Pizzolitto (2006) argumenta que las mujeres predominaron entre los migrantes a corta distancia y en relación con este supuesto hay que dejar en claro que los motivos económicos, según la autora, no son necesariamente los factores dominantes en estas decisiones de migración. Pizzolitto entiende que los individuos se trasladan a una nueva localidad si consideran que su bienestar se verá incrementado por tal movimiento.

Contribuyendo al análisis, Marina Ariza (2007) sostiene que, por medio de los estudios migratorios en clave de género, se les otorga visibilidad a las mujeres en dichos procesos; es decir, se apunta a subsanar las enormes lagunas presentes en el conocimiento como consecuencia del sesgo ideológico por construcción de género. Por otro lado, la preocupación de Ariza (2007)[8] se enfocó en la conformación de mercados de trabajo urbanos que demandaban fuerza de trabajo femenina, como es el caso del servicio doméstico.

Algunas investigaciones constatan cambios en las fronteras sociales de género o en la autorrepresentación de las mujeres migrantes que apuntarían hacia un aumento de su poder de decisión o al cuestionamiento de las imágenes tradicionales de las mujeres, cuando se accede al trabajo extradoméstico vía movilidad espacial. Este supuesto o relativo empoderamiento con relación a los desplazamientos tiene lugar dentro de las fronteras nacionales impulsadas por una determinación laboral y es de carácter rural-urbano (Ariza, 2007). De esto se sigue la singularidad que el género imprime al significado que los y las migrantes atribuyen a la experiencia de migrar en sus historias de vida (2007).

III. Memoria itinerante: a través de la trayectoria de Adela

A mediados del siglo xx comenzó a incorporarse metodológicamente el concepto de redes como una herramienta analítica para comprender los procesos migratorios. Al enfocar el análisis en las redes, se repiensa a los/as migrantes como sujetos activos, constructores de estrategias de sobrevivencia, movilidad e integración. Esto supone la recuperación de su voz como un elemento fundamental en la construcción histórica de la migración (Cassanello, 2016).

La incorporación de relatos de vida (Sautu, 1999; de Arce, 2009) de las propias mujeres migrantes permite develar desde una óptica femenina la historia oculta de la mujer, incluir su particular reflexión acerca de la sociedad y del cambio, conocer sus luchas cotidianas por los espacios sociales, así como su situación en los ámbitos políticos, laborales y domésticos, el grado de conciencia acerca de sus acciones individuales y colectivas (Barbieri, 2008). El relato biográfico, a través de la memoria, permite traducir en palabras la trayectoria desplegada por muchas mujeres y marca la ruptura del silencio para narrar las condiciones y los esfuerzos que signaron sus vidas (Barbieri, 2008).

El testimonio de Adela Chiecchio (comunicación personal, 18 de mayo de 2019), mujer migrante oriunda de Junín, partido del interior de la provincia de Buenos Aires, contribuye a evidenciar los relatos de vida singulares que remiten a su historia de vida familiar y, a través de su análisis, se pueden comprender los procesos de cambio y movilidad social desde el punto de vista de los sujetos sociales (Barbieri, 2008; Sautu, 1999).

La ciudad de Junín se encuentra ubicada al noroeste de la provincia de Buenos Aires (a 260 km de distancia de la Capital Federal) y es la cabecera del partido homónimo. Se sitúa en la confluencia de las rutas nacionales nro. 7 y nro. 188 y la ruta provincial nro. 65. Cuenta con servicios de ferrocarril y transportes de ómnibus y aéreos. Se caracteriza por ser una zona agrícola-ganadera. Es uno de los distritos bonaerenses donde el ferrocarril fue uno de los factores que impulsaron el desarrollo, ya que produjo cambios en la realidad económica y social. La empresa ferroviaria fue el vehículo esencial para la entrada y radicación de capitales foráneos, sobre todo ingleses, pero también marcó la formación de un corredor económico que permitió la salida de producción agrícola ganadera y la introducción de bienes industriales a través del puerto de Buenos Aires. Sin duda, el ferrocarril fue el impulsor del crecimiento económico de la región pampeana, del aumento demográfico y de la fuerte valorización de la tierra apuntalada por la renta diferencial que esta tenía.

En este contexto, y a través de la trayectoria de Adela, intentamos recuperar la experiencia migratoria femenina de mediados del siglo xx. Su relato biográfico revela tanto el lugar significativo que ocupaba en su hogar rural, como sus vínculos, redes y sus migraciones intermitentes que, finalmente, la condujeron a radicarse en el conurbano bonaerense.

Adela Chiecchio nació el 18 de julio de 1926 en la ciudad de Junín. Su familia estaba compuesta por su madre, su padre y su hermana menor, y se dedicaban a las tareas del campo como juntar maíz, trabajar la tierra, cuidar a los animales (gallinas, caballos, chanchos, entre otros) y darles de comer. Eran propietarios de sus tierras y tenían a su cargo peones que desarrollaban tareas junto a ellos. El campo estaba alejado del pueblo, es decir, distante de donde se encontraban los comercios. Por esta razón, Adela cuenta que su padre tenía una camioneta que utilizaba para ir al pueblo a comprar alimentos o vestimenta para sus hijas. También, menciona que ella ayudaba en estas tareas y en las correspondientes a la casa junto a su madre. En este sentido, Stolen (2004) plantea que el lugar de las niñas y mujeres en la unidad familiar se encontraba atravesado por las representaciones que caracterizaban al mundo femenino, asociadas a tareas de cuidado y trabajo doméstico como también al cuidado de animales, por ejemplo.

En cuanto a su educación, Adela menciona que fue a una escuela rural. Los primeros años iba a caballo porque la escuela estaba a tres leguas y, luego, su madre consiguió un maestro para que la educara a ella y también a su hermana en su casa. Este maestro vivía con ellos. Gracias a esta dinámica, Adela podía ayudar en el trabajo y, a la vez, no descuidar sus estudios. Principalmente, no tenía que viajar tanto ya que en ese momento ella era muy pequeña (tenía solo 8 años). Tal como señala Gutiérrez (2007), esta situación da cuenta de la capacitación y la sociabilidad en la campaña, es decir, en las diversas modalidades de educación agrícola atribuidas por una disposición social. En este caso, los padres de Adela consideraban que, a partir de esta decisión, su hija podía continuar con su instrucción escolar y, a su vez, era funcional a sus labores domésticas y agrarias (Gutiérrez, 2007).

Antes de asentarse definitivamente en el partido de Berazategui, Adela tuvo varias trayectorias migratorias. Primero visitó el partido de Quilmes, con 22 años, porque su madre tenía que realizarse unos estudios médicos de rutina. Adela recuerda que ni a ella ni a su madre les gustaba pasar tiempo allí, por lo que al momento de terminar ese chequeo se volvieron a Junín. Ya en Junín, con 23 años conoció a su esposo y se casaron. Él provenía de un pueblo vecino, Beba, una de las localidades del partido de Rojas. A los 26 años, junto a su esposo, decidieron partir hacia Quilmes para establecerse allí, ya que él trabajaba como chofer de camiones. Esta decisión compartida reafirma las afirmaciones de Pizzolitto (2006), ya que no solo las mujeres migran por factores a nivel económico individual. En este caso el traslado fue consensuado con su esposo (por motivos laborales) y, además, porque a causa de esta determinación su calidad de vida se vería incrementada.

Con el paso de los meses se mudaron a Berazategui, donde reside actualmente. Al momento de su llegada, su marido trabajaba mucho y ella comenta que pasaba todo el día sola. Esta situación motivó su decisión de buscar trabajo. Sus palabras nos invitan a pensar en los cambios en torno a las fronteras sociales del género. Retomando los postulados de Ariza (2007) con relación a la migración, en el caso de Adela se observa en esta idea de romper con los estereotipos y, además, el cuestionamiento de las imágenes tradicionales en torno al universo femenino cuando la entrevistada tomó la decisión de trabajar porque se aburría en su hogar.

Adela salió a buscar trabajo y se anotó en una oficina para trabajar en la Bernalesa, una fábrica textil que se ubicaba en el oeste del partido de Quilmes. Allí trabajó durante tres años. En su recuerdo, este fue un trabajo muy sacrificado, puesto que tenía que levantarse temprano y pasar varias horas fuera de su hogar. En la fábrica se dedicaba al hilado y secado, y recuerda que esta tarea era muy ardua. Menciona que, a pesar de su idea inicial, no le gustó este trabajo por lo sacrificado del horario. Sin embargo, la entrevistada comenzó a trabajar porque, aunque no era económicamente necesario para el hogar, quería ser “independiente”.

Adela cuenta que fue madre “mucho tiempo después de haberse casado” –respecto de la costumbre de la época–, aproximadamente tres años luego de haber contraído matrimonio, porque en ese momento trabajaba. Cuenta que retrasó la maternidad porque le gustaba mantener su independencia y su empleo. Esta idea de posponer su “deber ser” da cuenta de la capacidad de agencia de la entrevistada (Scott, 2003) y, a su vez, se vincula con el cuestionamiento a las imágenes tradicionales que, en esa época, encasillaban a las mujeres en sus hogares.

Cuando nació su hijo mayor, Mario, Adela dejó su empleo en la Bernalesa y se compró una máquina de coser, ya que todos los meses tenía que pagar la cuota de la casa en donde vivían, pues la habían sacado bajo un préstamo, luego de que Adela comenzara a trabajar. Tal como menciona Girbal-Blacha (1997), el aporte económico de las mujeres en los cincuenta viene arraigado de una práctica de costura a nivel domiciliario para evitar que las mujeres abandonaran la esfera privada del hogar y la familia, ya que se identificaba al trabajo femenino en la fábrica con la “mala vida”. Entonces, la entrevistada sumaba al ingreso económico de su marido lo que ganaba por encargos de costura que realizaba para grandes mayoristas. Ella recuerda que recibía pedidos de paños de tela de lana (una cierta cantidad) para realizar durante el fin de semana. Adela comenta que no le convenía mucho este tipo de tareas –ni a nivel económico ni por cuestiones de salud y de tiempo–, pero rescata que podía estar en su casa con sus dos hijos, pues en aquella época todavía eran muy pequeños.

Recuerda también que era la época en que todas las mujeres tenían una máquina de coser en la casa y realizaban este tipo de pedidos a grandes empresas y boutiques como trabajo. Por lo tanto, remitiéndonos nuevamente a Girbal-Blacha (1997), las destinatarias de estas labores con relación a la confección, tejido, etc., fueron mujeres con el objetivo primordial de afianzar el trabajo domiciliario, que se articulaba en torno a los lemas de la época peronista que consagraban a la mujer al cuidado del hogar, la crianza y la educación de sus hijos y la administración de la economía familiar.

Adela advierte que trabajar cosiendo para un mayorista no era del todo cómodo, ya que era un trabajo esforzado y la retribución no era tan buena, y lo califica como “un martirio”. Sin embargo, reconoce que era mucho mejor que trabajar de “sirvienta” (empleada doméstica), porque en ese tipo de trabajo “no pagaban nada”. En esta afirmación su relato se alinea con el de Ariza (2007), quien menciona que, a mediados de siglo xx, debido a la creciente urbanización, el mercado demandaba mano de obra doméstica femenina, por lo que la mayoría de las mujeres migrantes realizaban este tipo de labores. Tal como mencionan Scott (2003) y Stolen (2004), esta noción del lugar que ocupaban las mujeres en sus unidades domésticas se correspondía a representaciones en torno al cuidado de los otros. Por lo que, al examinar el pensamiento de la entrevistada, entendemos cómo ella concibe al trabajo doméstico, es decir, como una actividad no productiva y no redituable económicamente.

Cuando su primer nieto tenía solamente unos meses, Adela enviudó. Esto resultó un gran impacto para ella. Adela lleva más de treinta años viuda y, al recordar esto, le viene a su memoria la historia de su madre, quien enviudó cuando Adela era pequeña, por lo que su madre se hizo cargo del trabajo de su padre y dirigía a los peones. Adela perdió a su padre con tan solo 7 años a causa de una enfermedad que contrajo de uno de los animales. Su madre tuvo que responder por los peones y todo aquello que realizaba su esposo. Cuenta que su madre los llevaba en la camioneta de su padre a comprar vestimenta y herramientas pertinentes a las tareas rurales y la gente murmuraba y comentaba que realizaba tareas que no le correspondían a su sexo como encargarse de los peones, ya que esto era parte del mundo público rural, al que las mujeres no pertenecían o accedían (Stolen, 2004).

La vida la llevó a Adela por diferentes momentos, pero ella pudo salir adelante. Hoy Adela, con 95 años, dos hijos mayores, cuatro nietos y tres bisnietos, recuerda que en el campo “la pasó bien, que jugaba”, ya que entiende que esa era otra época. Además, comenta que la vida en la ciudad al inició fue difícil, pero no se arrepiente de haber venido con su marido, pues no hubiese formado la familia que tanto ama y la acompaña día tras día. Desde el concepto de género, Adela pudo poner en jaque ciertas imposiciones y resignificarlas ya que trabajó toda su vida, fuera de su hogar y en él, en una búsqueda constante de independencia. Esto fue algo que aprendió de su madre, una mujer que luchó sola con dos hijas, que trabajó toda su vida, teniendo en cuenta lo que implicaba para la época trabajar y estar a cargo de un campo con trabajadores y hacerse respetar por ellos. 

Consideraciones finales

Los estudios de género han sostenido la necesidad de reivindicar la participación de los sujetos en la recuperación de su propia historia y cultura. A través de las técnicas de la historia oral, en este artículo se pusieron en palabras las complejidades en torno al proceso migratorio de mediados de siglo xx que transformó el agro bonaerense.

Por medio de la entrevista realizada a Adela Chiecchio, se reflexionó de manera metodológica en torno a la historia oral como un instrumento fundamental para dar cuenta de las representaciones con relación a las condiciones de vida en sus lugares de origen y labor. También se abordaron los procesos de decisión que llevaron a muchas mujeres a dirigirse hacia el AMBA en los años sesenta y en los setenta, dejando atrás el campo bonaerense.

Este artículo transita desde los supuestos en relación con los movimientos migratorios que ocasionaron el crecimiento de grandes ciudades urbanas, como fue el caso del AMBA, hasta las nociones teóricas específicas de las migraciones en clave de género, dando cuenta de las características de las migrantes y de las nociones en torno al bienestar social y económico que conlleva dicho movimiento.

Por otra parte, a partir de los estudios demográficos como también los que conciernen a la historia oral se les otorga visibilidad a las mujeres en los procesos migratorios, ya que se subsanan las enormes lagunas presentes en el conocimiento a las que había conducido el sesgo ideológico por construcción de género. 

De este modo, al concebir la migración del interior de Buenos Aires desde la perspectiva de las mujeres migrantes, se permite no solo vislumbrar las condiciones estructurantes de la coyuntura histórica, sino también comprender las opciones personales, las relaciones familiares, dudas, expectativas y experiencias de quienes optaron por el desarraigo rural en pos de un ideal de vida mejor que podía ofrecerles la vida urbana. Al mismo tiempo, a partir del testimonio de Adela, se habilita la indagación acerca de las representaciones de género que limitaron o posibilitaron la decisión de migrar y las actividades económicas y sociales de estas mujeres oriundas del agro bonaerensepunto final_it8x12


pastilla_der Notas

[1] Estudiante de las carreras de Licenciatura en Historia y Profesorado en Historia, ambas de la UNQ.

[2] Balsa y López Castro (2011) argumentan que la agricultura familiar es aquella en la que se identifica a las personas que llevan adelante la actividad como “productores”, dando a la caracterización un sesgo masculino e individual, cuando la referencia a la familia debería incluir a los miembros de ambos géneros.

[3] Los partidos que integran el GBA son Quilmes, Berazategui, Florencio Varela, Almirante Brown, Esteban Echeverría, Ezeiza, Moreno, Merlo, Hurlingham, Ituzaingó, La Matanza (parte oeste), Tigre, San Fernando, José C. Paz, San Miguel, Malvinas Argentinas. San Vicente, Presidente Perón, Marcos Paz, Gral. Rodríguez, Escobar y Pilar (Indec, 2003).

[4] Esta designación da cuenta del área que se encuentra comprendida por la Ciudad de Buenos Aires más los partidos del Gran Buenos Aires. De esta manera, la expresión Gran Buenos Aires incluye a la ciudad de Buenos Aires, por lo que cuando nos referimos a los partidos, decimos partidos del Gran Buenos Aires. Asimismo, el Indec (2003) comprende que el término “conurbano” hace referencia al “primer cordón”, “segundo cordón”, etc., para remitirse a la información respecto a los partidos del Gran Buenos Aires.

[5]  En el interior bonaerense se produjo una revolución tecnológica de la agricultura. Para la década de 1958 se empezaron a producir tractores, la cosechadora de maíz. A raíz de esta modernización, la situación económica de los pequeños productores no fue tanto la inversión requerida para adquirir las nuevas maquinarias, sino la imposibilidad de darle pleno uso, tanto a su inversión como a su mano de obra familiar (Barsky y Gelman, 2009, Balsa, 2006).

[6] La compleja situación rural en los años 1960, con la crisis de las economías regionales agropecuarias, pero también con el golpe de Estado de 1955, advierte la incorporación de la Argentina a un nuevo modelo de acumulación, donde la ideología liberal y el desarrollismo redefinieron la nueva inserción dependiente de la economía argentina en la fase de la internalización del capital bajo la hegemonía de Estados Unidos (Barsky y Gelman, 2009; Girbal-Blacha, 1998).

[7] Ciertos estudios afirman que la edad de las migrantes se concentra en general entre adultas jóvenes de 15 a 19 años. Esta caracterización se ha mantenido desde su formulación en 1938 tanto para países desarrollados como para aquellos en desarrollo (Lattes, 1980). Sin embargo, se comenzó a observar para el período de 1947-1960 que el pico migratorio se producía en edades más jóvenes para las mujeres que para los varones. Los datos muestran para la población femenina el rango de 10-14 años (Recchini de Lattes, 1988).

[8] Ariza (2007) entiende que, al evidenciar la visibilidad de las mujeres migrantes y mostrar que ellas también se desplazan, no tenemos que dejar de lado la diversidad de traslados en los que se inscriben y entender por qué estos traslados cuentan con cierta especificidad, es decir, al resaltar la heterogeneidad y la singularidad de los desplazamientos migratorios femeninos en oposición a los masculinos (Ariza, 2007).

 

bibliografia Referencias bibliográficas

Ariza, M. (2007). Itinerario de los estudios de género y migración en México.  México, D.F.: Universidad Autónoma de México.

Balsa, J. (2006). Profundas transformaciones sociales en el agro en las décadas de 1940 a 1960. En El desvanecimiento del mundo chacharero. Bernal: Universidad Nacional de Quilmes.

Balsa, J. y Lopéz Castro, N. (2011). La agricultura familiar moderna. Caracterización y complejidad de sus formas concretas en la región pampeana. En Lopéz Castro, N. y Prividera, G. (comps.), Repensar la agricultura familiar. Aportes para desentrañar la complejidad agraria pampeana, Buenos Aires, Ciccus.

Barbieri, M. (2008). Representaciones de lo femenino en los 90. De madres e hijas, abuelas, tías y hermanas. Buenos Aires: Antropofagia.

Barsky, O. y Gelman, J. (2009). Historia del agro argentino. Desde la conquista hasta comienzos del siglo XXI. Buenos Aires: Sudamericana.

Casanello, C. (2016). El cruce de múltiples fronteras: los migrantes bolivianos en Argentina. En Migración, identidad y memoria: los bolivianos en Argentina (1970-2010). Bernal: Universidad Nacional de Quilmes.

de Arce, A. (2009). Las mujeres en el campo argentino, 1930-1955. Trabajo, identidades y representaciones sociales. Bernal: Universidad Nacional de Quilmes.

de Arce, A. (2016). Mujeres, familia y trabajo. Chacra, caña y algodón en la Argentina (1930-1960). Bernal: Editorial UNQ.

Girbal-Blacha, N. (1997). El hogar o la fábrica: de costureras y tejedoras en la Argentina peronista (1946-1955). Revista de ciencias sociales, (6), 217-230. Disponible en RIDAA-UNQ Repositorio Institucional de Acceso Abierto de la UNQ https://ridaa.unq.edu.ar/bitstream/handle/20.500.11807/1452/07_RCS_1997_n6_notas_investigacion1.pdf?sequence=1

Girbal-Blacha, N. (1998). Ayer y hoy de la Argentina Rural: gritos y susurros del poder económico (1880-1997). Página 12.

Gutiérrez, T. (2007). Educación, agro y sociedad: Políticas educativas agrarias en la región pampeana, 1897-1955. Bernal: Editorial UNQ.

Gutiérrez, T. (2012). Estado, agro y hogar. Políticas públicas hacia las mujeres rurales, Buenos Aires (Argentina), 1958-1991. Revista Secuencia.

Lattes, A. y Andrada, G. (2012). La población entre 1870 y 2000: una dimensión demográfica diferente. En Otero, H. (director de tomo), Historia de la provincia de Buenos Aires: Tomo I. Población, ambiente y territorio. Buenos Aires: Edhasa UNIPE.

Lattes, A. y Recchini de Lattes, Z. (1992). Auge y declinación de las migraciones en Buenos Aires. En Jorge Raúl Jorrat y Ruth Sautu (compiladores): Después de Germani: exploraciones sobre estructura social de la Argentina. Buenos Aires: Paidós.

Pizzolitto, G. (2006). Distribución de la población y migraciones internas en Argentina: sus determinantes individuales y regionales. La Plata: Facultad de Ciencias Económicas.

Recchini de Lattes, Z. (1988). Las mujeres en las migraciones internas e internacionales, con especial referencia en América Latina. Buenos Aires: Centro de Estudios de la Población.

Sautu, R. (1999) (compiladora). El método biográfico. La reconstrucción de la sociedad a partir del testimonio de los actores, Buenos Aires: Editorial de Belgrano.

Scott, J. (2003). El género: una categoría útil para el análisis histórico. En Lamas, Marta (compiladora), El género: la construcción cultural de la diferencia sexual. México: PUEG.

Stolen, K. A. (2004). La decencia de la desigualdad. Género y poder en el campo argentino. Buenos Aires: Antropofagia.

 

Entrevista

Chiecchio, A. (18 de mayo de 2019). Comunicación personal.

 

Fuentes estadísticas

Indec (2003). ¿Qué es el Gran Buenos Aires? 

Indec. Censo Nacional de Población de 1960, total del país, Tomo I.

Indec. Censo Nacional de Población, familias y viviendas de 1970.

Indec. Censo Nacional de Población de 1960: Resultados por regiones geográficas, partidos o departamentos, Tomo II, Gran Buenos Aires, Capital Federal y los 18 partidos del conurbano.

 

¿Cómo citar este artículo?

Tona, M. B. (2021). Memorias de la migración rural bonaerense en clave de género: el caso de Adela Chiecchio, un ejercicio metodológico (Argentina, 1960-1970). Sociales y Virtuales, 8(8). Recuperado de http://socialesyvirtuales.web.unq.edu.ar/articulos/memorias-de-la-migracion-rural-bonaerense-en-clave-de-genero/


Ilustración de esta página: Paz, H. (2021). El voto es femenino [acuarela y composición digital]. Programa de Cultura de la Secretaría de Extensión Universitaria de la Universidad Nacional de Quilmes, convocatoria artística “Imaginerías de una lucha”. Bernal: UNQ.

Clic en la imagen para visualizar la obra completa

Print Friendly, PDF & Email

Revista Digital