por Mauro Escobar Basavilbaso[1]
Resumen
El presente trabajo se focaliza en el caso de los vecinos autoconvocados de Gregorio de Laferrere, partido de La Matanza (provincia de Buenos Aires), una organización que busca declarar reserva natural urbana (RNU) y museo al predio del ex Aeroclub Argentino. Dicho espacio está en disputa con otros actores sociales. Mientras aquel grupo ve a dicho lugar como susceptible de convertirlo en un área protegida, otros tienen planes antagónicos. Se busca comprender las estrategias de visibilización de estos vecinos y cómo es su organización (intra)grupo para lograr un pulmón verde en un territorio con déficit de aquellos. Para tal fin, se utilizaron técnicas cualitativas, enmarcadas en el trabajo de campo: recorridos in visu, observación participante, entrevistas a informantes claves, entre otras. Se concluye que sus estrategias se enmarcan en las prácticas llevadas a cabo por grupos ambientalistas, y se inscriben en el giro ecoterritorial.
Palabras claves: reserva natural urbana, vecinos autoconvocados, giro ecoterritorial.
Introducción
Podría afirmarse que muchos territorios, actualmente, están en ebullición, por varias razones, entre ellas la defensa, por la compleja situación ambiental, de los espacios de vida de sus habitantes. Tan es así que, a diario, leemos noticias en diferentes medios sobre el surgimiento de un nuevo reclamo por la defensa del ambiente en distintos lugares de la geografía de nuestro país, entre ellas, megaminería, agronegocios, desmontes. En consecuencia, se replican en redes sociales estas preocupaciones. Así, concomitantemente, surgen grupos sociales que comienzan a organizarse en defensa de sus territorios. Sus prácticas y acciones se corresponden con estrategias de visibilización que tuvieron cierto éxito, ya que tomaron estado público a nivel nacional e instalaron lo ambiental en lo cotidiano.
Distintas disciplinas sociales analizan las geografías de los movimientos sociales, sexuales, ambientales. Entonces, “el territorio no se constituye en un escenario receptáculo de contradicciones y disputas sociales, sino que, por medio de la espacialidad de lo social, es una parte constitutiva de las mismas” (Tobío, 2012, p. 152).
Desde el punto de vista geopolítico, en las últimas décadas del siglo XX, Latinoamérica estuvo alineada a las políticas enmarcadas en lo que se conoce como el Consenso de Washington, que pusieron el acento en la valorización financiera y la desregulación de las funciones del Estado. Aquella etapa se caracterizó por planificar reformas estales para facilitar su reducción y las políticas de privatización de servicios esenciales. Sin embargo, se fortaleció su rol para atender los reclamos del sector financiero en desmedro del cuidado de la población (Santos, 2004). Actualmente, el Consenso de los Commodities (Svampa, 2017) se impuso de manera masiva en proyectos extractivos. No obstante, al igual que en el período anterior, el discurso de que no hay otra alternativa apunta a poner límites a las resistencias colectivas. Así, ambos ciclos están protagonizados por movimientos sociales, puesto que, de aquellos vaivenes, se fue tornando, por ejemplo, más acuciante la crisis de representación de los partidos tradicionales y el cuestionamiento al neoliberalismo, entre otros aspectos coyunturales (Svampa, 2017).
Entonces, la coyuntura política y económica de fines de siglo XX y comienzos del actual, favorecieron una multiplicación de movimientos, a saber: socioambientales, feministas populares, de colectivos LGBTIQ+, ecofeminismos. A su vez, cabe destacar que el rasgo característico de estos grupos es la autoorganización y la autogestión en el actual contexto global, y se generaliza su presencia en el espacio público (Svampa, 2017).
En Latinoamérica, los movimientos socioambientales urbanos y rurales son policlasistas y tienen un formato asambleario. De manera que colectivos culturales, ONG y expertos también acompañan la organización y la acción. Por otra parte, en la ambientalización de las luchas se refleja una dinámica multiescalar que abarca lo local, lo nacional, hasta lo regional.
Así, el giro ecoterritorial que propone Svampa (2017) sería el modo “cómo se piensan y representan, desde la perspectiva de las resistencias colectivas, las actuales luchas socioambientales centradas en la defensa de la tierra y el territorio” (p. 88). En este contexto, existen contactos más estrechos con movimientos por la justicia climática, que, ante las dimensiones de la gran crisis climática, adquieren un abanico más amplio de participación, que incluye a amplios sectores de la ciudadanía que toman conciencia de la necesidad de una política que contemple la perspectiva ambiental e interpelen cualquier política económica digitada de arriba hacia abajo, y que pongan en peligro los bienes comunes y la salud (Svampa y Viale, 2020).
En nuestro país, las alarmas sonaron cuando tomaron estado público los casos de las luchas asamblearias de Esquel y Gualeguaychú a principios del presente siglo (Reboratti, 2007; Merlinsky, 2013). Más recientemente, en Mendoza y Chubut. En todos ellos, en la dinámica de esos conflictos, hay un elemento disparador, por ejemplo, el anuncio de una obra, un evento de contaminación que daña la salud, o bien los contubernios entre los gobiernos y empresas (Suárez y Calello, 2012).
En el caso de la Región Metropolitana de Buenos Aires (RMBA), las luchas por el medioambiente se suscitan de manera variopinta mediante prácticas individuales o colectivas muy disímiles, como la defensa de una plaza barrial o el activismo contra el maltrato animal. Muchos grupos militan desde el barrio porque los sectores populares lo llevan problemáticamente bajo la piel sea por su proximidad a un basural o un curso de agua contaminado (Carman, 2017). Este matiz permite corroborar que la preocupación por el ambiente atraviesa a todos los sectores de la población, independientemente de sus ingresos o condiciones de vida.
Lo anterior reflejaría la fragmentación de la RMBA, no solo en los modos de lucha, sino también en las condiciones de vida, que se verifican, por un lado, en la lógica de barrios cerrados, por otro, nuevas formas de asentamientos denominados informales, y en el intersticio barrios de clases medias, y aquellos que se conformaron en torno a la lógica de loteos económicos y pleno empleo. Sin embargo, a pesar del giro progresista, de principios de siglo, que determinó la articulación de un nuevo rumbo político en lo que concierne a la gestión del territorio, y en lo que respecta a la expansión residencial, hay ciertas continuidades con las lógicas del urbanismo neoliberal de la década de 1990 (Escobar Basavilbaso y Matossian, 2021).
Es necesario aclarar también que, después de la poscrisis de 2001, quedó de manifiesto una lógica diferente de representación y pertenencia: el asalariado devenido en pobre que contribuye a la profundización de una nueva identidad asociada al territorio que ha sido el protagonista de un nuevo escenario donde la lucha por el espacio urbano se tornó perentoria (Fernández Wagner, 2008). Esas experiencias o estrategias fueron el germen para la defensa no solo de problemáticas de índole económica, sino también de la emergencia de la figura del autoconvocado, que, junto con las asambleas ciudadanas ambientales, es una forma de acción colectiva (Merlinsky, 2013).
Este trabajo, de carácter exploratorio, busca comprender las estrategias de visibilización del grupo “Vecinxs por la reserva natural de Laferrere” y cómo es su organización (intra)grupo para lograr un pulmón verde en un territorio con déficit de aquellos.
Gregorio de Laferrere, un suburbio en expansión
Gregorio de Laferrere es una localidad del partido de La Matanza (ver figura 1). Dicho partido, es el más poblado de la RMBA y posee una superficie de 323 km2. Su crecimiento demográfico incrementó su población en los dos últimos períodos intercensales. Entre 2001 y 2010, su población aumentó en medio millón de habitantes y su densidad poblacional se incrementó de 3.875 habitantes por km2 a casi 5.500 (Matossian, Sassone y Escobar Basavilbaso, 2019). Por su parte, Gregorio de Laferrere es la localidad más poblada del partido: 163.815 habitantes en una superficie de 51,360 km2. Quizá su concurrido centro comercial, el Deportivo Laferrere, el McDonald´s, son parte de lo que muchos habitantes de otros lares del partido identifican del lugar. También, el Aero club Argentino que es parte del paisaje y de la historia de la localidad.
En líneas generales, las problemáticas de la localidad son la inseguridad, la falta de cloacas, calles sin pavimento, carencias de espacios verdes, la accesibilidad a otros barrios, entre otras. Así, a medida que nos alejamos de lugares de mayor poder adquisitivo –en torno al centro comercial–, acceder a aquellos barrios se torna complejo. En consecuencia, existen medios de transportes alternativos, como los denominados “0,50”, puesto que cuando irrumpieron en el espacio, durante la década de 1990, aquella era la tarifa para desplazarse desde la estación del ferrocarril Belgrano Sur, y las principales paradas de colectivos a barrios más alejados. Así, se van contorneando fronteras simbólicas entre los barrios de loteos económicos y otros que se formaron a partir de tomas de tierras durante la década de 1980; y aquellos más recientes que son lindantes con arroyos que surcan la localidad e incluso muchos de estos nuevos asentamientos son contiguos al río Matanza, principal colector de la cuenca homónima.
Una de las consignas de los vecinxs por la reserva natural de Laferrere, como veremos más adelante, es: “Defendamos el último pulmón verde”, que, en una localidad tan populosa, es una necesidad, puesto que hay procesos que en grandes conglomerados urbanos se tornan apremiantes. De esta manera, puede apreciarse en la imagen (ver figura 2) el tapiz urbano y, de color verde, el predio de la reserva, que, en proporción al resto de la ciudad, es muy pequeño. Por su parte, en amarillo están representadas las plazas de la localidad. Al respecto, este grupo aduce que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda de 10 a 15 metros cuadrados de espacios verdes por habitantes. No obstante, en Gregorio de Laferrere, la superficie es solo de 0,56 metros cuadrados por habitante. Es decir, el 4% de lo recomendado por la OMS.
En una localidad como nuestra área de estudio,
[…] cuando se analizan los problemas ambientales urbanos y el modelo socioeconómico imperante, lo que aparece es una tendencia a la creciente marginalidad espacial de determinados sectores de la población. Sobre ellos se conjuga el impacto de la pobreza y la degradación del ambiente (Di Pace, 1992, p. 133).
En nuestros recorridos in visu, como parte del trabajo de campo, hemos identificado problemas asociados al medio físico. Lo anterior, nos lleva a diferenciar dos conceptos para nuestra problemática. Por un lado, la contaminación entendida como la introducción de elementos extraños por la acción antrópica, por ejemplo, el vertido de desechos a ríos. Por otro, la degradación, que es la modificación de los sistemas naturales parcial o totalmente (Reboratti, 2011). De ahí que las ciudades se convierten en un ejemplo de la acción depredadora con consiguientes cambios radicales en la naturaleza, y se constituyen en elementos centrales de lo que se denomina crisis ecológica (Santos, 2000).
Entonces, el proyecto de la reserva en Gregorio de Laferrere, en parte, sería en respuesta a lo que plantea Reboratti (2012) sobre los efectos negativos de residir en grandes conglomerados. En primer lugar, la contaminación del aire procede de diversas fuentes, por ejemplo, vehículos que emanan gases de combustión o las industrias que contribuyen a la polución. En segundo lugar, cambios en los niveles de temperatura generados por la capa de asfalto y cemento. Además, el calentamiento y enfriamiento artificial de las edificaciones rompen el balance térmico natural. Aquello genera microclimas urbanos o islas de calor donde las temperaturas son más elevadas que en los suburbios.
Ciertamente, el agua superficial de infiltración se reduce a pocos espacios verdes de la ciudad, ya que gran parte del espacio se encuentra impermeabilizado. Es significativo agregar a lo anterior que en los últimos años se advierte que las lluvias se dan en grandes volúmenes y en cortos lapsos (Federovisky, 2014). Así, el agua se desplaza a mayor velocidad. A su vez, el reemplazo del sistema natural de drenaje por otro artificial sustituye arroyos por caños de desagüe (Reboratti, 2012). Todo esto explica las inundaciones, no solo en la localidad, sino también en el partido: cada vez más recurrentes y problemáticas.
Anteriormente, decíamos que, en nuestros recorridos por el campo, hemos identificado problemas del medio físico que son alarmantes. En la imagen (ver figura 3), puede verse un basural a cielo abierto sobre la calle Puna. Allí, muchas personas arrojan los residuos al punto que aquella calle está cortada al tránsito. En la siguiente fotografía (ver figura 4), en el arroyo Susana, a la altura de la reserva, se observan los residuos que el agua acarrea y luego deposita en sus márgenes. Se suma a lo anterior que, al observar la coloración del agua, casi no haría falta un estudio e informe bromatológico para dar cuenta de las bacterias, metales y material orgánico de estas aguas, pues, desde el punto de vista organoléptico, es posible advertir el grado de contaminación.
La tercera imagen (ver figura 5) corresponde a la fábrica Copper One S.A. Laminados de Cobre, que convive dentro de un barrio cercano a la reserva. Así, en la producción del hábitat hay un incremento de demandas materiales, y, en consecuencia, el aumento de emisiones, efluentes y residuos que redundan en el deterioro de las condiciones ambientales.
La importancia de las reservas naturales urbanas (RNU)
Gregorio de Laferrere, en el partido de La Matanza, integra la RMBA, que es el mayor conglomerado urbano del país. Entre los efectos negativos de la aglomeración, se encuentran problemas, como la degradación del medio, que, en líneas generales, son producto de una expansión de la trama urbana sin planificar. Como consecuencia de lo anterior, hay carencia o déficit de espacios verdes. Así, por el avance de un uso del suelo de carácter urbano se puede inferir que los espacios verdes se replieguen hacia los bordes metropolitanos o pequeños intersticios dentro de la urbe. En la medida que la gran metrópolis continúa creciendo, el borde se aleja más y los intersticios desaparecen o se contraen en superficie.
Entendemos por bordes metropolitanos a “aquellos ámbitos donde los efectos de la aglomeración urbana se reducen o son menos evidentes, particularidad que no implica necesariamente la disminución gradual en la intensidad de la ocupación residencial” (Bozzano, 2000, p. 85).
Frente al avance de la urbanización, las reservas naturales urbanas (RNU) resultan importantes puesto que la vegetación tiene una acción purificadora del aire al absorber los gases que resultan tóxicos; poseen la capacidad de atenuar los ruidos; la vegetación morigera la temperatura. Además, preservan la salud psíquica de la población, pues en ellas se pueden realizar actividades de ocio y recreativas. De esta forma, constituyen verdaderos servicios ambientales, entendidos como:
Prestaciones que brindan los componentes de los ecosistemas a la sociedad […]. Por ejemplo, las áreas silvestres y las cuencas hidrográficas generan servicios ambientales como la reducción y el almacenamiento de carbono y otros gases con efecto invernadero, la conservación de la biodiversidad, la protección de los recursos hídricos, la belleza escénica o la mitigación de impacto de inundaciones (Bachmann, 2011, p. 77).
A los efectos de indagar sobre la importancia de las RNU, se han consultado diversos portales de noticias y en todos ellos aparecen varias palabras o conceptos claves, que se repiten algunos más que otros, muchas veces dichos de diferentes formas. Sin embargo, lo significativo no es la reiteración, sino la preocupación por la importancia de estos lugares, y el rol fundamental que cumplen para la vida del citadino. De esta manera, la nube de palabras (ver figura 6) condensa, de manera gráfica, la importancia de las reservas dentro del ámbito urbano.
La reserva: un acercamiento al lugar y a la lucha de lxs vecinxs
Este predio de 83 hectáreas se encuentra delimitado hacia el norte por las calles Tres Cruces y Salado; hacia el sur por Estanislao Del Campo; al este por Voissin, y al oeste por la avenida Brigadier Juan Manuel de Rosas o Ruta Nacional Nº 3 (principal arteria del partido, pues la recorre como columna vertebral) (ver figura 7). Cabe destacar que, a lo largo de la calle Estanislao del Campo, se determinó un área de amortiguamiento, es decir, un sector de seguridad de la porción que desea preservarse. También suele utilizarse para actividades que no representen riesgo para el lugar por proteger. Así, “Vecinxs” tienen una huerta orgánica, además hay canchas de fútbol, bocha, y juegos para niños.
Un sector está recorrido por el arroyo Susana, rectificado en ese tramo y entubado en gran parte de su recorrido. Dicho curso es parte de la cuenca Matanza-Riachuelo y, como mencionamos anteriormente, sus aguas están contaminadas. Así, información proporcionada por esta organización de vecinxs argumentan que durante épocas de lluvias intensas el predio actúa como una gran esponja natural, pues absorbe y retiene el agua, esta se purifica en los humedales y es liberada lentamente. Este proceso ayuda a prevenir inundaciones, y el saneamiento de la cuenca.
Desde mediados del siglo XX, fue un lugar destinado a la aviación y los objetos que se encuentran allí obedecen a esa lógica. No obstante, acciones más recientes generaron el desmantelamiento del lugar y quedó a expensas de otra función diferente, que atenta no solo contra los objetivos de los “Vecinxs”, sino también con la población que necesita un espacio verde. De esta forma, parte del predio está ocupado por la empresa Master, que es un complejo de canchas de fútbol, gimnasio y pileta de natación. En un principio, dicho emprendimiento tenía sus instalaciones frente al predio en disputa. Hace varios años, expandieron sus actividades y ocuparon también parte del Aero Club Argentino.
En nuestro trabajo de campo, tanto este grupo de ambientalistas como los vecinos del lugar afirman que esa ocupación por parte de los empresarios es ilegítima. También, la empresa Edenor instaló una subestación eléctrica en el lugar, que está sospechada de impactos negativos para la salud. Frente a eso, aparecieron en las adyacencias de la reserva grafitis para generar conciencia sobre lo negativo de la obra (ver figura 8).
El lugar en disputa detentado por agentes privados muchas veces redunda en incendios intencionales que lxs vecinxs denuncian, pues es una manera de ejercer presión para que los objetivos de este grupo queden truncos y es una práctica muy recurrente por parte de los intereses inmobiliarios, por ejemplo, cuando un predio tiene una localización estratégica.
Dicho espacio fue fundado en 1959 con el nombre de Aero Moto Club San Justo, con el correr del tiempo pasó a denominarse Aero Club San Justo. A principios de la década de 1970, apoyados por el Gobierno provincial, se pudo adquirir el predio en el cual estuvo emplazada la Institución. También, se efectuaron las escrituras correspondientes a nombre del Aero Club San Justo. Posteriormente, se adquirieron otros lotes anexos al club. Aquella institución tenía la finalidad de desarrollar y fomentar la actividad aerodeportiva. Otro propósito era brindar un aeródromo para San Justo y su zona de influencia, que categorizara a la región y fuera un eslabón más que beneficiase a la economía local (http://www.aeroclubsanjusto.com.ar/).
Actualmente, el predio es parte de la reserva Natural Laferrere. Así, antes de traspasar la entrada, puede observarse en la imagen (ver figura 9) el grafiti que reza en contra de la contaminación y la identidad del barrio como colectivo de anclaje territorial, y el reclamo por un hábitat saludable. Internarse en el lugar implica escapar de los ruidos (que también es una forma de contaminación), la polución, y del movimiento propio que todo citadino está habituado. Por el contrario, dentro del lugar, se pierde la noción del contexto, pues las asociaciones vegetales que caracterizan al pastizal misturan diferentes tonalidades de verdes y otros colores, dependiendo la estación del año.
Quizá algún observador al ver el cartel piense: “¿una reserva en Gregorio de Laferrere?” Tal vez ignorando que en una populosa localidad que transita a diario puedan existir atisbos de vida natural, pues lo natural se fue replegando por la acción antrópica de lo que alguna vez fue su clímax. Es decir, todo aquello que el observador ve construido perteneció en tiempos pretéritos al dominio de la naturaleza. En este sentido, entendemos al ambiente como: “Un conjunto que articula dos grandes sistemas de elementos y relaciones que configuran el hábitat de la humanidad: uno, el sistema natural, y otro, el sistema social” (Gurevich, 2011, pp. 18-19).
De esta manera, una RNU puede ser pensada como un relicto de vida natural o menos modificada. Es dable aclarar que, a lo largo de las etapas de diferentes modelos de desarrollo, aquellos pastizales fueron mutando de prístinos a artificializados por la incorporación de especies foráneas introducidas conforme al avance de la actividad ganadera del modelo agroexportador, por ejemplo. Es por eso que los ecosistemas cobran cierta historicidad y permiten ver cómo la sociedad fue transformando la naturaleza.
Esa historicidad natural hay que preservarla, porque los habitantes podrían disfrutar en sus momentos de ocio, recreación y esparcimiento, de lugares aparentemente sin pasado. Sin embargo, esas combinaciones de comunidades vegetales y animales pudieron subsistir, aun en pequeños lugares a los que fueron confinados. En efecto, la reserva es el dominio de pastizales y humedales (ver figura 10). También una singular biodiversidad, en sus acciones en el lugar, lxs vecinxs han registrado sesenta especies de aves y otros animales como lagartos y cuises.
Este predio, además de ser parte de lo que queda de un pastizal antropizado a lo largo del tiempo, fue también un lugar donde los vecinos veían acrobacias en avionetas y vuelos de bautismo. Por eso, dentro de los objetivos de los vecinxs autoconvocados se contempla, entre sus propuestas, la preservación del complejo arquitectónico como museo de acceso libre y gratuito. Es decir, los hangares, las dos torres de control y la confitería, que el referente de los “Vecinxs” Jorge explica que estos objetos fueron declarados bienes de interés histórico testimonial en 2005 por la Legislatura bonaerense (entrevista personal). Así, el logo de los vecinxs condensa ambas cuestiones. Por un lado, de fondo, las instalaciones del Aero Club Argentino y la torre de control. Por otro lado, la lechuza del campanario, una especie que habita en el lugar, además del pastizal, que es leitmotiv de este grupo (ver figura 11).
Así, en cada visita, los habitantes se sumergen en un espacio de sosiego, ya que el ruido y los colores cambian drásticamente. De esta manera, nos hemos encontrado con otros sonidos, por ejemplo, algún roedor que se mueve entre la hierba, además del grito de chimangos y teros sobrevolando y haciendo revuelo sobre un paisaje bucólico único en la localidad (ver figura 12). Preservar, entonces, la naturaleza es necesario porque son lugares que guardan momentos y situaciones pretéritas. Así, el trabajo de campo nos permitió “obtener gradualmente una imagen del paisaje cultural del pasado oculto tras el paisaje del presente” (Sauer, apud Zusman, 2011, p. 20).
En un contexto en donde se privilegia la especulación sobre el suelo urbano en desmedro de aquellos lugares que son parte de la historia de las localidades, no preservar este predio sería una herida más en la trama urbana de Gregorio de Laferrere, que continúa creciendo sin planificar. Aun a sabiendas de que no preservar espacios de drenaje natural constituye un riesgo para cada vez más población en un territorio como nuestra área de estudio, que está surcada por varios arroyos de la cuenca Matanza-Riachuelo. Padecer inundaciones con mayor frecuencia es una de las tantas consecuencias de no planificar espacios verdes. En este sentido, el proyecto de este grupo contempla, a saber:
- zona de reserva para proteger la flora y fauna de los pastizales, con senderos marcados para recorrer y cartelería;
- zona parquizada para actividades de recreación, esparcimiento y deportes;
- centro de interpretación con museo y espacio para actividades culturales;
- huerta agroecológica;
- vivero de plantas nativas;
- jardín de mariposas.
Cabe aclarar que, el 11 de septiembre de 2019, se presentó el proyecto para que el predio fuese declarado RNU al Honorable Concejo Deliberante de La Matanza. Y, en 2020, se sumó el proyecto de ordenanza para que fuera tratado de forma urgente. Sin embargo, no ha sido tratado a pesar de que “la eficacia medioambiental como la prosperidad pública requieren de la conservación de una matriz ecológica de ecosistemas intactos, espacios abiertos y sistemas naturales” (Davis, 2016, p. 173).
De modo que las lógicas y dinámicas metropolitanas en las últimas décadas se caracterizan por una distribución desigual de las condiciones y cualidades ambientales en las ciudades en función del poder adquisitivo o posición socioeconómica de la sociedad. Esa distribución desigual se consustancia entre el mercado y el Estado. Así, por un lado, se minimizan las implicancias ambientales sobre los grupos y actores beneficiarios, y, por otro, se termina encausando un proceso de marginalización de grupos y actores menos beneficiados, sobre los que recaen las consecuencias ambientales adversas, al tiempo que esos grupos son empujados a ocupar sectores que presentan condiciones físicas extremas. Por ejemplo, áreas inundables y de mayor degradación ambiental dentro de las ciudades (Ríos, 2017).
Defendamos el último pulmón verde: “Vecinxs por la reserva natural de Laferrere”
El título de este apartado es una de las consignas de los vecinos, que es una necesidad, puesto que hay procesos que, en grandes conglomerados urbanos (como hemos explicado), se tornan acuciantes. De esta manera, puede apreciarse, en la portada de Facebook, la leyenda de la bandera que sostienen: “Por el derecho a un ambiente sano” (ver figura 13).
En la misma página, en la parte de información, se presentan de la siguiente manera: “Somos un grupo de vecinxs de La Matanza que queremos que el ex aeroclub de Laferrere se preserve como reserva natural y museo”. En distintas charlas personales con Jorge, un referente del grupo, nos contó acerca del surgimiento de este movimiento ambientalista. Así, lo decía:
En 2015 recorrimos el lugar y vimos que era importante como espacio verde, ya que, justamente, en Lafe no abundan lugares de ese tipo. Algunos de los que estamos en esta lucha tenemos un antecedente en la recuperación de un espacio que hoy es público, es la plaza Pueblos Originarios y se encuentra a tres cuadras de la reserva, pero claro la plaza tiene una hectárea y la reserva 83, es una lucha que tiene otras dimensiones. A medida que visitábamos el lugar, crecía la vegetación y empezó a tomar cuerpo el proyecto de reserva. Me corrijo, ahora que lo pienso, las primeras visitas fueron antes del 2015, lo que sí sucedió en este año fue que en unos talleres que se hacían en el galpón 3 de Catán, tiré esta idea públicamente. En 2017 se hizo una caminata con alumnos de la secundaria 17 que trabajaron el tema de la reserva en Jóvenes y Memoria, como salió bien y lo disfrutaron mucho, fue el puntapié para hacerlo abierto al público en general.
Cabe destacar que, entre febrero de 2018 y julio de 2021, se realizaron registros de las acciones de este grupo en calidad de observadores participantes recorriendo la reserva y como asistentes a eventos que se fueron realizaron para dar visibilidad a la causa. Además, mantuvimos distintas charlas con su referente, quien sostiene la autonomía y la autogestión del grupo. También, destacó que la organización y las decisiones son colectivas. Ellos realizan reuniones semanales para hacer balances, transmitir novedades y proyectar nuevas acciones y actividades. Es decir, sus acciones se presentan bajo el “formato de acción colectiva […] que reclaman por afectaciones al territorio y al ambiente […]. Cuando los actores definen colectivamente cuáles son los espacios que hay que proteger y elaboran argumentos para refutar las razones de los que promueven proyectos de implantación, establecen además nuevos repertorios de problemas y soluciones” (Merlinsky, 2013, p. 29).
Para dar cuenta de las acciones que hacen en el territorio hemos seleccionado dos actividades: la primera, una actividad cultural y la segunda, una jornada de lucha.
El 3 de abril de 2021, Martín Crespi presentó en la reserva su libro Mundo Zombie, que es una publicación sobre problemáticas ambientales y está dirigida al público infantil. Dicho autor cuenta con varias publicaciones sobre esta temática y su producción es autogestiva, denominada Pachamamita. Además, hubo juegos y avisos parroquiales. Así, una de las integrantes de vecinxs decía lo siguiente:
[…] les quería contar que, desde el colectivo de la reserva, estamos preparando la pata educativa. Desde la reserva queremos trabajar, con las docentes y los docentes, toda la parte de educación ambiental en este espacio. Sabemos que los espacios naturales son escuelas de aprendizaje. Por lo tanto, creemos que la educación es una herramienta para poder generar conciencia ambiental, para poder conocer lo que ocurre acá […]. La reserva es un espacio muy especial, porque nosotros acá tenemos un montón de biodiversidad. Y es un espacio donde también podemos venir a disfrutar”.
Por otro lado, aquel día, circulaba entre los presentes un petitorio dirigido al Honorable Concejo Deliberante de La Matanza para solicitar la creación de la reserva aduciendo que: “Se debe preservar el último pulmón […], por su diversidad biológica, su gran valor ambiental y porque tenemos el derecho a vivir en un ambiente sano, como lo indica el artículo 41 de nuestra Constitución Nacional”.
El 7 de mayo de 2021 se realizó una jornada de protesta, puesto que, desde el municipio, junto al Estado nacional y provincial, tienen la intención de destinar el predio para el Plan Procrear. Al respecto, Jorge, el referente, comentó lo siguiente:
Fernando Espinoza anunció que aquí se van a construir 2000 viviendas, con lo cual este hermoso espacio verde puede ser destruido. Primero, queremos aclarar que de ninguna manera se contrapone el derecho a la vivienda, algo que entendemos y es muy necesario con el derecho al ambiente sano, con el derecho a la salud. Así que entendemos esta necesidad, pero también preservar esta reserva que hace cuatro años que venimos luchando para cuidarla. Y les pido, por favor, que colaboremos para defender algo que nos pertenece a todos.
Otro aspecto que nos pareció digno de ser destacado es que en la convocatoria por redes sociales se pedía a los asistentes que llevaran carteles con consignas para la defensa del espacio (ver figura 14). Dicho evento se realizó sobre la colectora de la ruta Nacional N° 3 y la entrada de la reserva. Así, cada vez que cortaba el semáforo, los asistentes se paraban sobre la calzada con carteles y cánticos alusivos: “Vecina, vecino, no sea indiferente, la reserva de Lafe es para toda la gente”.
En estos años que llevan de lucha, los vecinxs han realizado un sinnúmero de actividades, por ejemplo, barrileteadas, visitas guiadas y la difusión en distintos medios locales sobre sus acciones y propuestas. Por ello,
[…] la repercusión de un conflicto en la prensa, es más que un conflicto; también es el paso de una escala local a otra escala. En este nuevo espacio, que tiende a ser público y en el que el conflicto, como noticia, se encuentra con otros (los lectores) (Porto Gonçalves, 2001, p. 227).
De manera que cobra visibilidad, en lugares distantes, distintas experiencias de lucha, que se equiparan a otras similares, que presentan una disputa por el ambiente y la defensa del territorio. Aquello reflejaría la articulación para diversificar estrategias de luchas como movilización de base, el uso de redes sociales y la aplicación de instrumentos legales, como los amparos colectivos. También, un lenguaje común sobre la territorialidad, que es el resultado de un cruce entre una matriz indígena-comunitaria y ambientalista (Svampa, 2017).
Finalmente, el lugar siempre ha sido un espacio de socialización. Desde que funcionaba el aeroclub, muchas personas se acercaban al lugar para ver las piruetas que los pilotos realizaban. En una entrevista que realizamos, María nos contó lo siguiente:
Nosotros vinimos en el 58, me parece. Los fines de semana, principalmente los domingos, había vuelos de bautismos, paracaidismo. Iba mucha gente a mirar. Nosotros íbamos siempre en los primeros tiempos, después uno se acostumbró a ver las avionetas. En alguna fecha patria siempre hacían algo. Tengo una fotografía de cuando íbamos con mi familia, espera que te la muestro. Yo soy la que está junto a mi mamá y mis hermanos. ¿Ves la avioneta atrás? Bueno, siempre íbamos (ver figura 15).
Ayer vuelos de acrobacia, hoy la pista de aterrizaje es utilizada para trotar, caminar, pasear a las mascotas o, simplemente, disfrutar atardeceres magníficos, pues es en el único lugar donde parece que el tiempo se detuvo, por eso es un típico paisaje bucólico dentro de una localidad que la urbanización arrinconó en un predio a un pequeño registro de vida natural. Así, defender el último pulmón verde (ver figura 16) es una necesidad desde lo ambiental, pero también como un lugar de socialización en convivencia con un espacio natural que debe preservarse.
Reflexiones finales
Pensamos que, desde un lugar, la totalidad se hace visible. Sobre todo, porque en el caso de los vecinxs autoconvocadxs de la Reserva Natural de Laferrere, al igual que muchos movimientos ambientalistas, sus acciones se corresponden con el giro ecoterritorial que propone Svampa (2017). En este sentido, prácticas contestarías, autoorganización y autogestión son parte de su accionar para defender un territorio que está en disputa con actores con fines antagónicos.
Por otro lado, la resistencia comienza en sectores populares cuando germinan propuestas para lograr articular y organizar respuestas colectivas, con una lógica de la cooperación ante un proceso adverso como implican las políticas de expoliación sobre el suelo urbano. Cabe destacar que, en espacios como el de la reserva, es de capital importancia su preservación, pues cumple una función importante dentro de la trama urbana de la localidad.
Consideramos que el giro ecoterritorial, que propone Svampa (2017), siguiendo a Massey (2012), habría que pensarlo más ampliamente, no como áreas contenidas y delimitadas, sino articulado en redes de relaciones e interpretaciones sociales, que muchas veces están construidas a una escala mucho mayor, permitiendo asignarle al lugar, el sentido extrovertido, que incluye vínculos con todo el mundo y que integra de una manera positiva lo global y lo local. Esto se identifica en los rasgos particulares en este tipo de movimientos. Por eso, el accionar de estos movimientos es coincidente con otros grupos de distintos lugares del país y del resto de Latinoamérica. Entonces, sus propuestas tienen relación con lo que propone Fernández Torres (2015) sobre los movimientos sociales, al decir que existe: “La crítica al sistema prevaleciente, y a la cultura dominante y una actitud de lucha por la mejora del mundo actual” (p. 97). El territorio adquiere, así, una potencialidad frente a lógicas hegemónicas locales y foráneas que ven los lugares como una canasta de recursos.
Finalmente, las luchas por la defensa del ambiente se replican frente al agravamiento de la salud y la degradación de las condiciones de vida por cuestiones ambientales; que son también la consecuencia de la aplicación en los territorios de políticas económicas de corte neoliberal. Así, sobre el suelo urbano impera la búsqueda de plusvalía indiferente de la realidad local y ambiental, que, en el período actual, en muchos casos, implican acciones depredadoras del medio, superando la capacidad local de controlarlas (Santos, 2000).
Notas
[1] Licenciado en Geografía (UNCPBA). Maestrando en Ciencias Sociales y Humanidades (Universidad Nacional de Quilmes).
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Escobar Basavilbaso, M. (2022). ¿Giro ecoterritorial en Gregorio de Laferrere? Vecinos autoconvocados por la lucha de la reserva urbana. Sociales y Virtuales, 9(9). Recuperado de http://socialesyvirtuales.web.unq.edu.ar/giro-ecoterritorial-en-gregorio-de-laferrere-vecinos-autoconvocados-por-la-lucha-de-la-reserva-urbana/
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