Por Marcela Odero 1
A modo de quien piensa su carrera docente desde una mirada retrospectiva, sin duda que la Universidad Nacional de Quilmes modalidad a distancia constituye una bisagra en los casi treinta años de mi trayectoria.
Profesora de Historia, egresada en los años ochenta del Instituto del Profesorado Joaquín V. González, mi carrera docente comenzó en el Ciclo Básico Común de la Universidad de Buenos Aires, institución en la que trabajé durante doce años. Paralelamente, comencé a desempeñarme en escuelas secundarias como profesora. Hubo algo allí, en la intensidad de la experiencia de transitar las escuelas en los primeros años del regreso de la democracia, que me llevó a pensar en la gestión institucional como un proyecto personal.
Fue entonces que comencé a capacitarme con la idea de mirar la escuela desde otro lugar, ver qué ocurría allí, más allá y más acá del aula. Mi primer cargo en la gestión (siempre en la escuela) fue el de coordinadora del entonces Tercer Ciclo de la Educación General Básica. En los primeros años, el cargo convivió con las clases en el entonces nivel polimodal y en la universidad también.
Cuando decidí que el lugar de la conducción era el que quería ocupar, el que quería aprender, una colega y amiga me acercó su propia experiencia en la Licenciatura de Educación en la recién creada Universidad Nacional de Quilmes modalidad a distancia. Comencé a cursar con algún temor y con mucha expectativa.
Demás está escribir que, en una trayectoria educativa, aparecen obstáculos de distinto orden: familiares, laborales, etcétera. En mi caso, el más difícil de sortear fue la crisis que llevó a nuestro país al borde de la disolución en el año 2001. Con mucho esfuerzo personal y familiar, en el año 2003 obtuve el título de Licenciada en Educación, con orientación en Gestión Institucional, claro está.
Mientras avanzaba mi carrera docente, no dudaría en afirmar que la formación en la universidad me permitió reflexionar sobre la escuela y la conducción desde fuera de la escuela: abordar la política pública, la curricular, el lugar de la gestión desde una mirada más crítica.
Como modalidad de formación, insisto, fue una bisagra. Llevo más de veinticinco años en cargos de conducción en la escuela secundaria. No conozco otra manera de entender mi tarea que no sea en diálogo con la formación, con el pensamiento de otros. Hasta hoy es así y espero que lo siga siendo.
La modalidad virtual que me había generado tanta pregunta se convirtió casi en una constante en mi formación, una herramienta, una posibilidad. A la Universidad Nacional de Quilmes le siguieron los posgrados de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). Siempre en modalidad virtual cursé dos Especialidades en Ciencias Sociales con Orientación en Educación, un Seminario en Educación Secundaria y otro de Pedagogías de las Diferencias.
Transito la gestión institucional, ahora como directora de una escuela secundaria de la zona norte de la provincia de Buenos Aires, donde también vivo, con la convicción de que educar es un acto político, que el asumir esta posición es, en gran parte, responsabilidad de quienes gestionamos las instituciones. Y es desde esa convicción que entiendo la gestión no como la administración de la escuela (un imposible por cierto) sino como posibilidad de “hacer que las cosas sucedan” (Bernardo Blejmar).
La escuela secundaria hoy se encuentra ante un enorme desafío: la obligatoriedad y la inclusión. Una escuela que, nacida para llevar a cabo una función selectiva, se halla hoy ante el mandato de la universalización. Nos encontramos ante la necesidad de modificar la naturaleza de las instituciones escolares. En estas escuelas, con los que fuimos y con los que vamos siendo, tenemos el desafío de enseñar y conducir.
Dirigir la escuela implica también hoy volver a pensar la relación con el otro, porque educar es, fundamentalmente, vínculo. Casi siempre es “entre” que lo educativo ocurre. Y es allí donde la mirada de quienes conducimos debe poder abrir preguntas, sostenerlas…porque en esa tensión, en eso que ocurre “entre”, allí hay escuela.
A modo de cierre, la modalidad virtual finalmente me devolvió al aula. Desde el año 2014 me desempeño también como tutora de un curso virtual del Programa Nuestra Escuela, del Plan Nacional de Formación Docente. Desde mis dos ámbitos de trabajo intento aportar mi experiencia de diálogo entre la práctica docente y la formación, como compromiso ético-político para pensar la escuela hoy.
Escribo estas líneas a modo de quien simplemente se propone transmitir su experiencia singular de aprendizaje, para que esté allí, disponible para otros sujetos, otras preguntas.
Notas
[1] Licenciada en Educación con orientación en Gestión Institucional (Universidad Nacional de Quilmes modalidad a distancia, 2003).