¿De qué hablamos cuando hablamos de investigación?
Por Carolina Abeledo
Silvia Porro brinda algunas claves para pensar posibles respuestas a este gran interrogante. La docente e investigadora de la Universidad Nacional de Quilmes destaca la importancia que tiene la pregunta como motor reflexivo del conocimiento y la necesidad de cuestionar(se) permanentemente.
“La investigación, básicamente, es la respuesta a preguntas”, asegura Silvia Porro y continúa: “Por lo general, cuando alguien no sabe algo se hace preguntas y el paso siguiente es buscar la manera de contestarlas, yo creo que la investigación es eso: poder responder a preguntas que aún no tienen respuesta”. La docente e investigadora de la Universidad Nacional de Quilmes aporta claves para pensar en qué consiste investigar y cómo se relaciona la investigación con la formación académica y profesional de los estudiantes y graduados.
“Pienso que aquel que investiga tiene que tener mucha curiosidad e interés. Podemos decir que una actitud que está relacionada con la investigación es no quedarse solo con lo que uno ya sabe sino buscar, justamente, aquello que no sabe. Cuando se elaboran proyectos de investigación, por ejemplo, lo primero que se hace es leer mucho de lo que ya está y, en función de eso, se analiza qué es lo que falta; es decir, se buscan los huecos y eso es lo que se investiga”, explica.
¿Cómo se componen los equipos de trabajo?
En los equipos de trabajo de los proyectos de investigación, obviamente, hay roles que cumplir. El director o la directora son los que tienen más experiencia y, en términos generales, se ocupan de conseguir plata para poder investigar —eso es muy importante— y para eso hay que hacer un buen proyecto. Para elaborarlo el director debe buscar las preguntas que no están contestadas, establecer los objetivos y los resultados a los cuales quiere llegar, y lo fundamental es elegir la metodología que usará para contestar esas preguntas, para lograr esos objetivos.
Por otro lado, están los llamados “investigadores secundarios” —no porque sean menos importantes, todos tienen su rol— que son los que están entremedio del director y los investigadores en formación. En general, lo que hace esa gente es buscar bibliografía y, después, realizar la investigación, lo que se llama “ir al campo”, que el campo puede ser desde un laboratorio para los investigadores de las ciencias exactas y naturales hasta una escuela para las investigaciones educativas.
Luego, están los becarios o tesistas que son los llamados “investigadores en formación”, que pueden hacer tesis de posgrado, de doctorado o maestría. Y, después, están los alumnos. Ellos ayudan mucho porque logran ocuparse de aquellas cuestiones que los investigadores no pueden atender porque tienen que cumplir otras funciones. Creo que para el estudiante es muy enriquecedor investigar porque, por un lado, ordena mucho y, por el otro, hace que se pueda reflexionar sobre lo que uno está haciendo. Asimismo, me parece muy interesante que el alumno se involucre en el campo de la investigación para que vea que es algo posible. En este sentido, creo que hay que desmitificar esa idea de que investigar es solo para grandes mentes, por supuesto ha habido grandes mentes como Sigmund Freud y Albert Einstein, pero la mayoría de nosotros somos mortales que nos levantamos todos los días y, entre otras cosas, somos científicos.
¿Qué aporte hace la investigación a la formación académica del estudiante?
Creo que la investigación ayuda en varios aspectos a la formación académica del estudiante. En primer lugar, como te decía al principio, porque cuando uno empieza una investigación primero mira lo que ya está hecho. Entonces, aprender a buscar bibliografía, sistematizarla, usar las bibliotecas e Internet sirve no solo para la investigación científica en sí sino también para la formación profesional en general. Hoy en día se puede acceder a una gran cantidad de información a través de Internet, pero es importante construir criterios para saber buscarla y clasificarla, en este sentido la investigación ayuda mucho.
Otro de los aspectos por los cuales considero que la investigación ayuda a la formación académica de los estudiantes es que nos permite reflexionar sobre lo que estamos haciendo o sobre lo que otros están haciendo. Esta dimensión reflexiva propia de la investigación es central y representa un gran aporte a la formación académica.
A su vez, quiero resaltar que esa actitud que mencioné anteriormente de no quedarse con lo que uno ya sabe, que es fundamental para la investigación, también lo es para el aprendizaje, porque desde que somos chiquitos —sobre todo en el campo de las ciencias duras— nos forman para identificar qué es verdadero y qué es falso, y en general no es así, porque hay muchos matices. Por eso es importante cuestionarse lo que uno lee de determinado autor o lo que está diciendo el profesor.
En síntesis, creo que la investigación potencia el desarrollo del cuestionamiento de la persona. Si tuviera que hacer una recomendación a quienes desean iniciarse en la investigación les diría que nunca se queden con lo que ya saben, siempre hay que ir un paso más allá, y para eso hay que ser creativo; pienso que la creatividad se entrena y que, en ese sentido, la investigación sirve mucho.
Silvia Porro: Doctora en Ciencias Bioquímicas (UNLP 1990). Cursada en su totalidad la Maestría en Ciencia, Tecnología y Sociedad (UNQ). Especialista en Docencia en Entornos Virtuales (UNQ, 2011). Dirigió el programa de investigación «Escuela, diferencia e inclusión» (2007-2015). Dirige el grupo de investigación en enseñanza de las ciencias (GIECIEN), UNQ. Es asesora especialista del CONICET para la evaluación de ingresos y promociones en la Carrera de Investigador Científico. Ha dirigido y dirige tesis doctorales en el tema de educación en enseñanza de las Ciencias Naturales. Ha publicado 4 libros en co-autoría, 18 capítulos de libro y 75 artículos científicos.