por Lucía Finocchietto
Resumen
A lo largo de este texto se pretende dar cuenta de cómo las tipologías del relato policial que plantea Todorov en Tipología del relato policial (1974) pueden encontrarse en la novela La pesquisa de Juan José Saer, sin que esto implique encasillar a esa obra literaria en una de esas clasificaciones de forma excluyente. Por el contrario, Saer no solo hace una deconstrucción de los hechos, como plantea Dardo Scavino (1997), sino que también pareciera deconstruir los elementos característicos de las diferentes especies del policial, siguiendo una perspectiva postestructuralista.
A su vez, el sentido de los hechos está en los relatos que los interpretan, por eso la ficción y la realidad se entrecruzan de forma permanente. Siguiendo los aportes de Ricardo Piglia (1979) y Ludmer (1999), se desarrollan algunas reflexiones éticas que se desprenden de la novela en torno a la relación entre las víctimas y sus victimarios y el delito y la sociedad.
Palabras clave: género policial, postestructuralismo, novela negra.
En 1994 fue publicada la novela La pesquisa, de Juan José Saer. Desde la presentación de la novela se la sitúa dentro del género policial, dándole un lugar central dentro de sus elementos característicos al relato sobre la construcción de sentidos, a la búsqueda de la realidad. Justamente eso es una pesquisa, el camino que se recorre al indagar una realidad y sus circunstancias. Nada está cerrado en el mundo de Saer, todo lo que es resulta de las interpretaciones. Como los análisis posestructuralistas, este autor considera que los significados son infinitos y a la vez circulares, por eso todo relato es verídico en la medida en que depende de la comprensión. De esta manera, las interpretaciones de lo ocurrido son múltiples.
Forma y contenido se tensionan en esta novela policial de Saer. El contenido responde al género policial: una serie de crímenes enigmáticos, su indagación y su relato. En cuanto a la forma, se debe analizar el relato con su potencial de crear realidad: el relato no es la forma de transmitir los hechos, el relato es el hecho.
La característica narrativa de este autor no permite establecer un límite preciso entre lo real y lo ficticio, confundiéndose (y fundiéndose) la verdad con el relato, el sueño con la vigilia, la realidad con la ficción. Sin duda la esquizofrenia del personaje principal de la novela permite dar lugar a variadas reconstrucciones de los acontecimientos, pero no es la única estrategia del autor.
Dardo Scavino (1997) hace alusión a otras obras de este autor en donde la narración de los hechos pareciera ubicarse por sobre los mismos: es el momento de organizar lo sucedido y darle entidad. La narración, el relato, lo que está escrito, cobra presencia a lo largo de la novela a través de las constantes referencias mitológicas y al destino prefijado de los hombres, generando la sensación de que el ser humano no es dueño de su voluntad, que los actos están prefijados y que la realidad escapa a la determinación individual.
De esta manera, en las dos historias centrales que narra la novela los protagonistas no pueden operar libremente según su voluntad, porque otras fuerzas se interponen en su camino. Nadie, nunca, parece poseer realmente el poder de hacer lo que quiere, incluso a pesar de que suponga que está siguiendo su voluntad.
Pero no solo los hechos son deconstruidos. Los elementos del género policial también son objeto de análisis en la novela de Saer, resultando una deconstrucción de las diferentes especies del policial propuestas por Todorov (1974). En este sentido, Scavino plantea como característica fundamental de la obra el hecho de que trastoque los presupuestos narrativos del género policial desde su interior. El autor sostiene que la narrativa de Saer se puede considerar más como la de-construcción de los hechos que como su reconstrucción. En lugar de presentar elementos aislados, imágenes fragmentarias que se incorporan a una estructura coherente, este autor toma la estructura del género policial y deshace de forma analítica sus elementos.
El análisis estructuralista de Todorov considera a la novela policial como modelo de género que no transgrede las reglas del mismo. La estructura del relato policial siempre cuenta con la historia de un crimen y su indagatoria. Sin embargo, a través una descripción más exhaustiva de la estructura de estos textos, el autor da cuenta de la existencia de tres especies diferenciadas dentro del género.
En la novela de Saer se pueden encontrar características de estas tres especies, que coexisten sin permitir la clasificación exhaustiva de la obra en esta taxonomía, ya que las situaciones planteadas oscilan entre los límites determinados por cada variante particular.
De la novela policial clásica se reconocen en esta obra los personajes principales: Morvan, el detective y su amigo Pichón Garay, que narra los acontecimientos después de sucedidos. A su vez, pueden distinguirse con claridad dos historias que corresponden a dos series temporales distintas, que al comienzo se presentan marcadamente delimitadas y luego se van intercalando. La historia de los crímenes sucedió hace algunos años, en París, y es narrada por un amigo del protagonista mientras viaja por un río del litoral.
A pesar de que el propósito explícito de escribir la historia de los crímenes y la investigación no figura en la obra, la alusión a los textos escritos se encuentra de forma permanente. La narración de Garay se desarrolla en un encuentro que tiene lugar a partir del interés por un manuscrito inédito, de un amigo ya fallecido. Quienes examinan este texto son lectores asiduos, personas con conocimiento sobre literatura. Las alusiones a la mitología griega son constantes a lo largo de ambas historias.
En este sentido, puede decirse que hay una fusión de las dos historias, ya que si bien en un primer momento parecen distantes, al avanzar la novela se encuentran atravesadas por algunos aspectos en común, que establecen nexos entre ambas. Esto es característico de la segunda especie de novela policial que describe Todorov: la novela negra.
Entre los aspectos en común entre las dos historias, en primer lugar se destaca que en ambas se busca resolver un enigma que se relaciona con el autor de un hecho material: por un lado se busca a un asesino, por otro a un escritor. Ambas obras están consumadas pero hay dudas sobre sus autores.
Otra de las características de la novela negra que se distingue en la obra de Saer versa sobre la participación del detective en la investigación, ya que Morvan ha puesto su vida entera en función de su profesión y su salud psíquica se ha visto afectada por su carrera de policía.
Piglia (1979) en Lo negro del policial, aporta precisiones para entender de qué manera está caracterizado el personaje principal en la novela policial negra. Los atributos de honestidad, decencia y profesionalismo que reconoce en el detective se corresponden con protagonista de la obra de Saer. La consideración del detective como productor de pruebas (no mero descubridor) también remite al involucramiento de Morvan, que en su afán por descubrir al asesino se presenta en la escena del crimen consciente de la posibilidad de quedar expuesto frente al verdadero culpable.
Todorov afirma que la novela negra tiene un estilo particularmente frío y cínico, características que se pueden encontrar en las rudas descripciones de las escenas del crimen, en donde abundan los detalles escabrosos.
La tercera especie de novela policial es la novela de suspenso, que se caracteriza por combinar propiedades de las dos especies anteriores. En este caso, el misterio sobre quién es el asesino de las ancianas es el punto de partida y se conserva durante toda la obra. La segunda historia toma protagonismo ya que no solo plantea otro interrogante, sino que además pone en duda la resolución del primero, cuando uno de los personajes de la segunda historia sospecha que el asesino pudo no haber sido Morvan.
Dentro de esta última especie, Todorov distingue dos tipos según se caracterice al detective: vulnerable o sospechoso. En esta novela, Saer deja abierta la posibilidad de que se trate de este último tipo, en donde el protagonista puede ser tanto el detective, como el culpable o la víctima del verdadero asesino.
La novela negra provoca cuestionamientos éticos, sobre la relación entre las víctimas y sus victimarios así como la relación entre el crimen y la sociedad. Las historias que se cuentan en la novela de Saer, permiten reflexionar sobre la amistad, generando una constante tensión entre lo correcto e incorrecto. Las situaciones planteadas ponen en duda el lugar del bien y del mal, y obligan al lector a tomar posición sobre las actitudes de los personajes. ¿La compasión de Lautret es verdadera? ¿Cuánta responsabilidad se le pude atribuir a una persona mentalmente enferma? La promiscuidad del hermano Pichón Garay, ¿es motivo válido para no indagar sobre su desaparición?
Mientras que en una historia el personaje principal es esquizofrénico y alberga el bien y el mal en su interior, en la segunda historia esta dicotomía parece estar planteada a través de los mellizos Garay.
La novela también puede ser leída siguiendo el planteo de Ludmer (1999), que considera el delito como categoría de análisis, lo cual continúa la relación que Piglia destaca entre el crimen y la sociedad en la novela negra. Detenerse sobre las actitudes de los personajes secundarios y ponerlas en relación con el contexto en el que suceden los hechos, permite ver reflejadas ciertas características del asesino y sus crímenes, como si se tratase de una continuidad. Es decir, el asesino pertenece a una sociedad que a pesar de condenar los crímenes los alberga, de alguna manera genera las condiciones para que sucedan y luego de perpetuados conviven con él. La actitud de la prensa y sus consumidores, ávidos de información morbosa, da cuenta de la relación ambivalente de la sociedad con este tipo de crímenes, que por un lado dice rechazar pero que a la vez le generan placer.
Los crímenes que se narran en la novela transcurren en un escenario en donde el delito está aceptado e incorporado a la lógica social. Empleados públicos a cargo de la resolución de crímenes dan cuenta de que frente a los delitos existen estructuras burocráticas que se activan con el pretexto de prevenir nuevos crímenes, pero siempre a partir de sus consecuencias. La investigación de los hechos corre por cuenta de funcionarios policiales y médicos. La víctima y su entorno parecieran quedar a cargo de los medios de comunicación, los cuales con el tratamiento de escasa y reiterada información, parecieran colaborar a la retroalimentación del círculo policial, crimen e indagación, generando, a su vez, una predisposición en los sentidos para la permanencia de estos delitos. Nuevamente, el relato constituye lo verídico. En este caso, a partir de la novela de Saer se puede pensar que los relatos sobre los crímenes resultan funcionales a la sociedad.
Referencias bibliográficas
Ludmer, J. (1999). El cuerpo del delito. Un manual. Buenos Aires: Perfil.
Saer, J.J. (1994). La pesquisa. Barcelona: Seix Barral.
Scavino, D. (1997). La pesquisa de Saer o la deconstrucción de los hechos. En N. Ponce, S. Pastormerlo y D. Scavino. Literatura policial en la Argentina. Waleis, Borges, Saer (pp. 45-65). La Plata: Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la UNLP.
Todorov, T. (1974). Tipología del relato policial. En Link, D. (comp.) El juego de los cautos. La literatura policial: de Poe al caso Giubileo. Buenos Aires: La Marca.
Piglia, R. (1979). Lo negro del policial. En Link, D. (comp.) El juego de los cautos. La literatura policial: de Poe al caso Giubileo. Buenos Aires: La Marca.
¿Cómo citar este artículo?
Finocchietto, L. (2016). La deconstrucción del género policial en La pesquisa, de Juan José Saer. Sociales y Virtuales, 3(3). Recuperado de http://socialesyvirtuales.web.unq.edu.ar/articulos/la-deconstruccion-del-genero-policial-en-la-pesquisa-de-juan-jose-saer/
Ilustración de esta página extraída de Saer, J. (2012). La pesquisa, Editorial Rayo verde, Barcelona. Ilustración: Miguel Navia